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Análisis: Tras la reelección, la presidenta Rousseff enfrentará turbulencias en el futuro

26/10/2014 - 23h10

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IGOR GIELOW
DIRECTOR DE LA SUCURSAL DE BRASILIA

La difícil victoria que condujo a Dilma Rousseff otra vez a la presidencia de Brasil podría desembocar en una tensa dinámica entre la mandataria y aquellos que la apoyan.

El caso más obvio es el del PT, partido al cual se afilió recién en 2000, en donde nunca fue vista como un "cuadro" orgánico.

Escudada en el especialista en marketing João Santana, Dilma hizo su campaña escuchando menos a su padrino político, Luiz Inácio Lula da Silva, de lo que lo había hecho en 2010, cuando Dilma era su creación.

Tomó decisiones difíciles, la última de ellas, la de enfrentar judicialmente a la revista "Veja", por haber publicado la declaración de Alberto Youssef que cita que tanto ella como Lula conocían el esquema de corrupción dentro de la empresa estatal Petrobras.

Si por un lado mostró rapidez de reacción, por otro garantizó visibilidad al asunto en el horario electoral de la segunda vuelta. Pero, al fin y al cabo, Dilma logró la reelección, algo que debería aumentar su certeza de que hizo todo bien.

Así como hace con la economía, la presidenta rechaza cualquier crítica y siempre tiene una respuesta en la punta de la lengua para quien cita eventuales errores.

Todo esto debería reforzar al grupo dilmista dentro del gobierno, con Aloizio Mercadante (PT) al frente.

El desastre electoral de Rousseff en São Paulo cayó en las manos del entorno de Lula y en la figura del propio ex presidente, que por primera vez en años está viendo cómo su "magia electoral" se desvanece, ya que sus "elegidos" no ganaron elecciones en ningún estado y el principal gobierno petista, el de Minas Gerais, estará a cargo de un exponente dilmista, Fernando Pimentel.

El detalle es que, como sucede en un Estado absolutista, el PT es Lula. Él debería influir más, o por lo menos exponer más sus ideas, durante el segundo mandato de Dilma.

Eso llevará a una natural tensión, pese a que existen interlocutores en ambos bandos que estarán al pie del cañón para negar cualquier ruptura.

El problema del PT se llama Petrobras. Si el escándalo crece al tamaño que muchos en Brasilia creen que lo hará, con la implicancia directa de Lula y Dilma, o no, el partido pasará por una turbulencia mayor de la que pasó durante el mensalão.

Nuevos líderes, como Pimentel o el ex gobernador bahiano Jaques Wagner, deberán comenzar a destacarse, siempre y cuando no se vean envueltos en las denuncias. El grupo paulista del PT, que está en la órbita de Lula, tiende a perder fuerza.

Como el caso involucra también al gigante PMDB y a aliados de peso, como el PP, la base aliada podrá sufrir bajas, con exponentes del Congreso enfrentando la Justicia.

Eso, más la fragmentación de las bancadas, producto de la elección del día 5 de octubre, genera el caldo de cultivo perfecto para una gestión marcada por los acuerdos.

Ese cuadro político va al encuentro directo de la tempestad por la que van a pasar los mercados, ya a partir del lunes (27).

El mercado no aprueba el gobierno de Dilma y dentro de la gestión hay personas trabajando en un escenario de extrema volatilidad hasta fin de año, con un dólar cerca de los 3 reales.

Si eso forma parte de las vueltas naturales del mercado, el hecho es que un dólar demasiado alto tiene impacto inflacionario. Como hay diversos problemas con las cuentas del gobierno, la "tormenta perfecta" que había sido prevista para 2014 puede alcanzar su punto máximo el año que viene.

Con un escenario adverso, existe el miedo de que la polarización que alcanzó las redes sociales no solamente se mantenga en ellas, sino que se traslade a la vida real.

Entre petistas existe la esperanza de que la difícil victoria sobre Neves lleve mesura a Dilma, y que ella así escuche más al partido.

Pero entre muchos de su entorno la expectativa es opuesta. Serán días turbulentos para la primera mujer reelecta de Brasil.

Traducido por NATALIA FABENI

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