En sus últimas horas en el Planalto, Rousseff estuvo sola y almorzó con Lula

13/05/2016 - 16h04

No recibió visitas, ni siquiera de su familia. Dilma Rousseff pasó sus últimas 48 horas antes de dejar el Palacio del Planalto sólo con algunos colaboradores y ex ministros.

"Sabemos que muchos ya nos han abandonado", decía una asistente, con la cabeza baja.

Más tarde, cuando llegó al Palacio da Alvorada, la imagen de aislamiento desapareció. En la residencia oficial, en donde vivirá en los meses mientras espera la definición de su destino político, almorzó junto al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y colaboradores de la presidencia.

Lula estaba abatido, pero fue intentando, de a poco, reponerse.

En los últimos días, se ocupó personalmente de que el presidente del Senado, Renan Calheiros, le garantizara a Rousseff una estructura suficiente para pasar el tiempo hasta el juicio del impeachment.

El humor de Dilma contrastaba con el de su padrino político. Hacía bromas y planes para los meses futuros.

El ex presidente prometió volver a Brasilia la próxima semana para montar con Dilma una agenda de compromisos y viajes por Brasil.

Dilma viajará a Porto Alegre para descansar unos días. Quiere aprovechar los días libres para ver a sus nietos y llevar algunas cajas al apartamento de dos cuartos que posee en el barrio Tristeza, un nombre sugestivo, para no decir irónico.

Pero como el espacio es chico, Rousseff comenzó a buscar otro inmueble en el mismo edificio para alquilar.

A lo largo de la crisis, Rousseff habló de sus ganas de frecuentar óperas y pasar tiempo en librerías. O, como reveló en ciertos momentos, volver a la vida que tenía antes.

Parece que la suspendida presidenta no se da cuenta de que no tendrá tan rápido una "rutina normal", en el caso de que no vuelva al Planalto. Hay amigos que incluso le sugirieron que pasara una temporada fuera del país para relajarse.

Traducido por NATALIA FABENI

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