La nueva fiscal general de Brasil le imprimirá un estilo rígido y reservado a la oficina que ocupará a partir de septiembre

10/07/2017 - 16h04

En febrero de 2010, Raquel Dodge entró a la oficina del entonces fiscal general de Brasil, Roberto Gurgel, sin hacer alarde.

En esa época, era asistente del fiscal y responsable de la Operación Caja de Pandora. Estaba a punto de darle una noticia inédita: por primera vez, un gobernador, José Roberto Arruda (DEM), del Distrito Federal, iba a ser detenido en pleno ejercicio del cargo.

Dodge detalló cada prueba en las que basó su decisión y mostró que el político estaba tratando de obstruir las investigaciones.

Acompañada por Gurgel, llevó personalmente el pedido ante la Corte Suprema de Brasil, que autorizó la detención de Arruda en pocas horas.

"Incluso en un momento tenso, era la primera vez que íbamos a pedir la detención de un gobernador en funciones, ella estaba absolutamente tranquila", contó Gurgel a Folha.

Obstinada, ambiciosa, disciplinada y discreta. Esa es la imagen de la primera mujer que puede estar al frente de la fiscalía general de Brasil, a partir del 17 de septiembre, órgano máximo de acusaciones de operaciones como la Lava Jato.

Nacida en Morrinhos, en el estado de Goias, Dodge, de 55 años, es hija de José Ferreira, un fiscal ya retirado.

Elegida por el presidente Michel Temer para reemplazar a Rodrigo Janot, Dodge llama la atención por el perfil antagónico al actual jefe de los fiscales, que se destaca por su informalidad y exhibicionismo.

Consultada por Folha, Dodge prefirió no manifestarse al respecto. En el caso de que su nominación sea aprobada por el Senado, le imprimirá a la gestión de la fiscalía general su personalidad.

"Ella continuará con las acciones contra la corrupción, pero sin la espectacularidad de las filtraciones", dijo el fiscal recién retirado y ex ministro de Justicia Eugênio Aragão.

Traducido por NATALIA FABENI

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