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Un historiador revela lazos entre la filial brasileña de Volkswagen y la dictadura
04/08/2017 - 14h44
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JEAN-PHILIP STRUCK
COLABORACIÓN PARA FOLHA, DE BONN
Parecía un día de trabajo más para el empleado de mantenimiento Lúcio Bellentani, entonces de 27 años, que cumplía con el turno noche en la fábrica de Volkswagen, en São Bernardo do Campo, municipio del estado de São Paulo.
Pero aquella noche del 29 de julio de 1972 fue abordado por un grupo armado de agentes del Departamento de Orden Política y Social (DOPS) y personal de seguridad de la empresa en plena línea de producción.
Miembro del Partido Comunista Brasileño (PCB) y empleado de VW desde 1964, Bellentani fue llevado a una sala del departamento de personal de la compañía.
La tortura comenzó en ese mismo lugar, bajo la mirada del jefe de seguridad de VW y de otros empleados. "Querían que delatara a otros compañeros. Recibí golpes, puñetazos, patadas", relató.
Bellentani, hoy de 72 años, fue llevado a la sede del DOPS en São Paulo y permaneció más de 40 días sin tener contacto con su familia. La empresa tampoco le avisó a su mujer lo que había sucedido. Bellentani sólo iba a salir de la prisión un año y medio después.
El caso es uno más entre cientos de episodios que están siendo analizados por un historiador contratado por la matriz alemana de Volkswagen. El objetivo: dejar al descubierto la colaboración de la filial brasileña con la represión del régimen militar (1964-1985).
"Existía una cooperación regular entre los equipos de seguridad industrial de VW de Brasil y las fuerzas policiales del régimen", dijo a Folha el historiador Christopher Kopper, de la Universidad de Bielefeld, que asumió esta función en 2016.
El trabajo comenzó después de que salieron a luz las revelaciones de la Comisión Nacional de la Verdad (CNV), que dejaron las descubierto los lazos de la empresa con el régimen.
COLABORACIÓN
De acuerdo con el historiador, personal de seguridad de VW tenía la costumbre de escuchar conversaciones y revisar armarios de los empleados, en busca de "subversivos".
También ayudaban con detenciones y elaboraban informes regulares sobre los empleados: Kopper localizó más de doscientos documentos en los archivos del DOPS, que también poseía datos sobre empleados que sólo podrían haber sido recolectados por la empresa.
Uno de los documentos, por ejemplo, de 1980, cita un relato hecho por un guardia de la empresa que escuchó el discurso del entonces dirigente sindical Luiz Inácio Lula da Silva ante empleados de VW.
El futuro presidente les había advertido a los empleados que probablemente estaban siendo monitoreados por la empresa, en particular por el ex coronel Adhemar Rudge, jefe de seguridad que participó de la detención de Bellentani.
También de acuerdo con Kopper, la empresa elaboraba "listas negras" de empleados que participaban en huelgas, que eran enviadas a otras empresas instaladas en la zona. Después de despedidos, esos operarios difícilmente volvían a encontrar un trabajo.
Más de 100 personas fueron perjudicadas de esa manera. Diez, incluyendo a Bellentani, fueron detenidas por el régimen y siete resultaron condenadas.
REPERCUSIÓN
Inaugurada en 1959, la fábrica en São Bernardo fue la primera de VW fuera de Alemania. Rápidamente se transformó en la empresa privada más grande de América Latina. En 1964, los representantes de la empresa en Brasil apoyaron el golpe.
La historia ganó repercusión en Alemania en los últimos días gracias a una serie de reportajes realizados por las emisoras NDR y SWR y el periódico "Süddeutsche Zeitung".
Oficialmente, la matriz, con sede en Wolfsburg, todavía está esperando al publicación del informe de Kopper para tomar una posición sobre el pasado de la empresa en Brasil.
"Por el momento, tenemos que esperar hasta ver [el informe]", dijo un vocero de VW. Consultados por los periodistas alemanes, algunos antiguos ejecutivos rechazaron las acusaciones.
Kopper afirmó que es probable que la matriz no tuviera conocimiento de lo que pasaba en la fábrica de Brasil durante la mayor parte del régimen.
Pero eso cambió en 1979, cuando un grupo de empleados brasileños fue a Wolfsburg durante un congreso para confrontar al entonces presidente de la compañía, Toni Schmücker, sobre las detenciones.
Kopper sugiere que Volkswagen debe pedir disculpas por su papel durante el régimen militar. Bellentani, por su parte, afirma que tanto él como otros colegas perjudicados desean principalmente un reconocimiento.
"No es una cuestión de indemnización. Queremos que la empresa diga 'nos equivocamos, no deberíamos haber apoyado ese régimen', queremos que reconozcan esta historia", dijo.
Traducido por NATALIA FABENI
Lucas Lacaz Ruiz /A13/Folhapress | ||
El empleado Lúcio Bellentani, preso y torturado en 1972 en la fábrica de Volkswagen, en São Bernardo do Campo (SP) |