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Disminuyen las muertes violentas en las capitales y se disparan en el interior de Brasil
21/11/2017 - 11h46
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AVENER PRADO
THIAGO AMANCIO
ENVIADOS ESPECIALES A CARUARU (PE)
A pesar de haber nacido allí, conocer a la mayoría de las personas y participar en un consejo de seguridad local, el asistente social Felipe Sales, de 26 años, evita frecuentar algunos lugares de su propio barrio, en la ciudad de Caruaru, en el agreste pernambucano, una de las ciudades con mayor tasa de muertes violentas de Brasil.
De su grupo de 22 amigos de infancia, 19 murieron o fueron arrestados. Y es que en Caruaru, a 134 km de Recife, el número de asesinatos se disparó este año: fueron 242 víctimas hasta el 17 de noviembre, superando las 225 de todo el año pasado.
La ciudad responde la tendencia nacional que expertos en seguridad pública llaman de "interiorización de la violencia": la ola de asesinatos se ha desplazado de las capitales, con periferias tradicionalmente violentas, hacia municipios menores pero también populosos.
En 2016, por ejemplo, el total de muertes violentas batió el récord en el país, con 61.158 víctimas, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública -el estudio incluye homicidio doloso, lesión corporal seguida de muerte, latrocinio (robo con muerte) y muertes producto de la intervención policial.
En las capitales, sin embargo, se registró una bajada acumulada del 3,5% con relación al año anterior, mientras que en el interior los asesinatos crecieron un 6% de un año para el otro.
El año pasado, 14.491 asesinatos del país ocurrieron en las capitales, mientras se produjeron 42.933 en las demás ciudades de los Estados -estos números excluyen muertes debido a intervenciones de la policía.
Para el sociólogo Renato Sérgio de Lima, de la dirección del foro, este escenario refleja una mayor inversión de las capitales en seguridad, en los años 1990 y 2000, algo que no se hizo en el interior.
En las regiones en las que hay crimen organizado, dice, las pandillas han aprovechado para crecer en municipios menores.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA