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Publicado en 11/04/2016

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El basurero a cielo abierto más grande de América Latina tiene fecha de cierre

04/01/2018 - 15h18

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NATÁLIA CANCIAN
PEDRO LADEIRA
DE BRASILIA

En la capital federal, a menos de 18 kilómetros del Palacio del Planalto y del Congreso de Brasil, un grupo corre en dirección a un camión repleto de bolsas de basura. Es casi mediodía y llovizna en la región de la Estrutural, en Brasilia.

En pocos segundos, al camión lo cercan hombres y mujeres que están a la espera de que el vehículo descargue por fin los residuos. Algunos se arriesgan y se cuelgan del enorme acoplado, para ganarle a la competencia, sabiendo que pueden caerse.

Hay viejos, jóvenes, niños -que son los primeros en subir a la montaña de basura que se forma-, en una lucha diaria para ver quién logra juntar más plásticos, latas y otros desechos reciclables.

Un olor fuerte domina el lugar. En menos de 20 minutos llegará un tractor para arrastrar y compactar la basura.

Escenas como las anteriores se repiten todos los días dentro del que es el basurero a cielo abierto más grande de América Latina, y uno de los más grandes del mundo, con 40 millones de toneladas de residuos acumulados y un área de 2 kilómetros cuadrados, más grande que el parque Ibirapuera, en São Paulo, por ejemplo.

Desde el punto más alto hasta la base (por debajo del nivel del suelo), la montaña de basura llega a los 55 metros. Es como si un edificio de 18 pisos de basura estuviera ahí, construido sin ningún tipo de protección y aumentando día a día.

Este escenario y rutina tienen ahora su final anunciado: el 20 de enero es la fecha de cierre del basurero, aunque no se trata del primer intento de cerrarlo.

El basurero, que nació de forma irregular después de la creación de Brasilia, a comienzos de 1960, podría haber sido cerrado hace 20 años, cuando la fiscalía aumentó la presión contra el lugar.

En 2011, la Justicia llegó a determinar su fin, algo que no ocurrió. En 2014, se terminó el plazo estipulado para el cierre de basureros ilegales previsto por la Política Nacional de Residuos Sólidos, pero nada se hizo al respecto.

El gobierno del Distrito Federal afirma que sólo ahora está en condiciones para que el cierre se haga efectivo, porque se inauguró un relleno sanitario en Samambaia, se alquilaron galpones y se realizó la compra de equipos para realizar recolección selectiva de residuos.

"Bajo ningún punto de vista [la fecha de cierre] será postergada", dice Heliana Kátia Campos, directora presidente del Servicio de Limpieza Urbana (SLU), organismo responsable por la gestión de la basura.

GUERRA FRÍA

El cierre inminente del basurero originó una especie de "guerra fría" entre el gobierno y los recolectores.

Actualmente, se estima que 1200 personas trabajan en el basurero, de forma rotativa, sin horario o días fijos. Los recolectores, por su parte, afirman que el número es más alto: como no hay control, llegaría a 2000.

El grupo está dividido. Algunos dicen no creer en el fin del basurero, mientas otros tienen miedo de quedarse con las manos vacías.

De acuerdo con el gobierno del DF, una vez que el basurero cierre sus puertas, los recolectores serán reubicados en cinco galpones de recolección selectiva en diferentes puntos de la ciudad.

En compensación, cada uno va a recibir R$ 360 (US$ 109) durante seis meses, además de R$ 350 (US$ 106) por tonelada de material separado. Ya el ingreso por la venta del material será de cada recolector y cooperativa.

TRABAJO INFANTIL

El acceso al basurero es prácticamente libre. A pesar de haber una cerca, la barrera no impide que los niños circulen y trabajen en el lugar, lo que es ilegal.

Folha encontró a tres niños en el basurero el 13 de diciembre. Con guantes y bolsas en las manos, eran los primeros que subían a las montañas de basura, que eran descargadas por los camiones.

El grupo de niños separaba materiales ante los ojos de empleados del SLU y de la empresa Valor Ambiental, que opera en el lugar.

Según el SLU, en promedio, son encontrados unos 15 niños y adolescentes en el basurero, por mes. Pero sólo en una semana, un informe del Consejo Tutelar de la Estrutural de 2016 registró 268 niños y jóvenes entre 4 y 17 años.

Ante la consulta de Folha, Valor Ambiental prefirió no hacer comentarios. Por su parte, el SLU informó en una nota que una asistente social visita diariamente el lugar, pero no siempre logra encontrar una solución, ya que los niños corren, se esconden o los padres no colaboran.

El recolector de basura Pedro Paulo Rodrigues, de 52 años, sueña con una solución para dentro de las próximas dos semanas, fecha del cierre del basurero.

Todavía no sabe si va a aceptar la oferta del gobierno, que pretende reubicarlo en la ciudad de Ceilandia. Desde hace siete años, Rodrigues vive en una barraca, con siete familiares, en la Estrutural.

Su sueño es volver a Pedreiras, en el interior del estado de Maranhão, donde antes trabajaba como albañil. Es uno de los pocos que alguna vez tuvo alguna otra actividad.

"Hay gente que sólo sabe trabajar aquí, que nunca hizo otra cosa", dice. "No volví todavía porque no pude, pero si [el basurero] cierra, quiero tratar de volver".

Traducido por NATALIA FABENI

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