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Publicado en 11/04/2016

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Pesimista sobre su situación, Lula planeó su detención

16/04/2018 - 09h47

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DANIELA LIMA
MARINA DIAS
DE SÃO PAULO

Cuando su prisión fue decretada, Luiz Inacio Lula da Silva estaba encerrado en una sala del instituto que lleva su nombre en São Paulo. Conversaba distendidamente con un diputado del PT y con su mujer que quería dar un abrazo al expresidente. En un raro momento de desconexión, se mantenían ajenos a la información que se extendía por el país.

A estas alturas, todavía quedaban en el recinto algunos asesores de Lula y tres aliados: la expresidenta Dilma Rousseff, la senadora y presidenta del partido, Gleisi Hoffmann (PT-PR), y el exgobernador Cid Gomes (PDT-CE). Los políticos acordaron que antes del hablar con el exmandatario, sería mejor esperar el parecer de los abogados.

En el interior inmueble en el que comandó las principales estrategias políticas de la izquierda desde su salida del Gobierno, en 2010, Lula fue el último en saber que su destino estaba escrito.

Gilmar Rose/Photo Premium/Folhapress
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva llega al Departamento de Policía Federal en Curitiba
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva llega al Departamento de Policía Federal en Curitiba

Fue Dilma la encargada de interrumpir la amena conversación de Lula con el diputado. La expresidenta entró en la habitación sin llamar y se detuvo al lado del oscuro sofá en el que su padrino político se había acomodado. A continuación llegó Gleisi. No tuvieron que pronunciar ni media palabra. El expresidente se levantó y las siguió hasta otra sala, donde recibió la noticia de la boca de su equipo de letrados.

Aunque la prisión del líder era una crónica anunciada, la mayoría esperaba tardase una semana más en hacerse realidad. A toda prisa, parlamentarios y dirigentes del partido fueron al encuentro del expresidente para poner en marcha al menos parte del plan que Lula ya había urdido para convertir su detención en una despedida histórica.

El guión estaba escrito no obstante nadie imaginó que la maquinaria tuviera que arrancarse la noche del 5 de abril de 2018, un día que ya había comenzado con sabor a derrota. El mayor revés de la historia del Partido de los Trabajadores se había consolidado poco menos de 24 horas antes, cuando la magistrada Rosa Weber, del STF (Supremo Tribunal Federal), pronunció el voto que condujo a Lula a prisión.

Traducido por AZAHARA MARTÍN

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