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Opinión: El ejemplo viaja en una canoa
24/07/2015 - 15h38
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MARIANA LAJOLO
COLUMNISTA DE FOLHA
Un río le dio a Brasil cuatro medallas en los Juegos Panamericanos de Toronto, dos de ellas de oro. Solamente un río. Igual a otros cientos de ríos que recorren el país.
¿Pero qué hay de tan especial en esta agua? No se trata de ningún ingrediente mágico, sino tradición, sentido de la oportunidad y persistencia.
El río de Contas, en el sur de Bahía, baña las ciudades de Ubaitaba, Ubatã y Itacaré. Allí nacieron y se formaron atletas como Isaquias Queiroz, Erlon Silva y Valdenice do Nascimento, responsables por cuatro de los nueve podios en canotaje de velocidad, la mejor campaña de Brasil en toda la historia de los Juegos Panamericanos.
Las canoas forman parte de la vida cotidiana de estos atletas. Eran usadas por los indios y, más tarde, se transformaron en el medio de transporte en sus ciudades. Para los niños eran también un juego.
En Ubaitaba (21.000 habitantes), la canoa se transformó en un deporte en 1985. En 1990, atletas locales que se destacaban a nivel nacional pasaron a organizarse y a difundir el canotaje en la región, usando equipamiento improvisado, canoas viejas y haciendo colectas para competir, empezaron a llamar la atención.
En 2005, el Ministerio de Deporte dio inicio al programa "Segundo Tiempo" en la ciudad (que ya terminó). Para los padres, era la oportunidad de dejar a los hijos en un espacio seguro mientras estaban en el trabajo. Para los niños, fue la apertura hacia una nueva perspectiva.
Isaquias comenzó a remar a los 11 años en el programa. Renunció a ser jugador de fútbol para ser bicampeón mundial de canotaje.
Ese pequeño pedazo de tierra en el sur de Bahía ya tenía su tradición. La canoa estaba en el ADN de las ciudades. La iniciativa de los atletas pioneros llamó la atención para que el fenómeno tuviera lugar en ese sitio. Y un programa mínimamente organizado ayudó a que florezcan los talentos.
Los jóvenes que reman en el río de Contas todavía tienen dificultades. La región es pobre y falta incentivo. Es necesario persistir para continuar y entrenar en condiciones que están lejos de ser las ideales. Pero ellos no paran.
Cada cuatro años, los dirigentes hablan de hacer las cosas bien en las Olimpíadas. Invariablemente surge una pregunta: ¿Cuál es la fórmula para transformarse en una potencia? Hoy importamos técnicos, atletas, entrenamos fuera del país. Todo eso es importante, pero no garantiza el éxito a largo plazo.
Cada gran potencia deportiva tiene su receta. Pero, invariablemente, todo comienza en la infancia, ofreciendo condiciones para que los niños practiquen deportes desde temprano. Deportes, en plural. Varios, sin presión.
Después, a lo largo de la vida, y de preferencia en la escuela, las habilidades se vuelven más claras y comienza la especialización. Y, de una base enorme de practicantes, algunos cientos serán elegidos para ser atletas olímpicos.
No es necesario ir muy lejos para entender esa ecuación. Sólo hay que mirar hacia ese pequeño pedazo de tierra en el sur de Bahía. Hay que darle a los niños la chance de descubrir el deporte y de practicarlo de forma organizada. Y, en el futuro, será posible cosechar medallas.
Traducido por NATALIA FABENI
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