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Más fresco, el aceite brasileño va abriéndose camino en el mercado
15/08/2018 - 05h57
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FLÁVIA G. PINHO
DE SÃO PAULO
Los establecimientos brasileños están cambiando los aceites de oliva portugués y griego por los nacionales.
La olivocultura es una práctica relativamente reciente en Brasil -las primeras mudas comenzaron a ser plantadas en la Campaña Gaúcha, en 2010. Y es que allí se encuentran las propiedades de mayor extensión.
En general, la producción nacional llega a los 120 mil litros -un crecimiento del 20%. Aún es poco si se compara con las 60 mil toneladas de aceite que el país importa anualmente. Los nacionales corresponden sólo al 2% del consumo per cápita, de 430 mililitros anuales.
Para Luciano Nardelli, chef de Carlos, el aceite nacional gana por el aroma pronunciado. Esto ocurre porque llega fresco a la mesa, a veces semanas después de haber sido prensado. "Es un producto que sé de dónde viene y cuándo fue hecho", dice.
Los extranjeros, especialmente los europeos, desembarcan sólo en la cosecha siguiente -y pierden características durante el trayecto.
Entre los productores, la sensación es de superación de obstáculos que parecían infranqueables. Los olivos disfrutan los veranos cálidos, la poca lluvia y las 500 horas de frío intenso por año -condiciones típicas de la región mediterránea, no de Brasil.
El precio alto y la distribución escasa, por ahora, son los mayores enemigos del aceite nacional. "Las ventas se reducen a ultramarinos y tiendas online de los propios productores", dice Marques. En general, sea cual sea el canal, es necesario desembolsar como mínimo R$ 40 (US$ 10,6) por un tarro de 250 mililitros.
Traducido por AZAHARA MARTÍN