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Bolívia Cultural

Qué significa ser inmigrante, por Oriana Jara

10/03/2015 - 17h09

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POR RODRIGO BORGES DELFIM
FOLHA INTERNACIONAL/PLANETA AMÉRICA LATINA

"Ser mujer siempre fue una tarea heroica; ser mujer e inmigrante, todavía más".

La frase le da el tono a la colaboración de Oriana Jara Maculet, primera mujer que participa de la serie "Lo que es ser inmigrante".

Ella aborda el asunto más allá de la pregunta-tema y contempla la cuestión de la mujer inmigrante en su colaboración.

Más allá de las dificultades que recaen sobre los inmigrantes en general, las mujeres también sufren con las barreras impuestas por la discriminación de género, todavía muy común en Brasil y otros países.

Oriana es responsable por el proyecto "Mujer Latina, Tú Eres Parte: No Te Quedes Aparte", que busca rescatar la memoria de las mujeres inmigrantes latinas y todo lo que ellas pueden enseñar. Así, busca también ayudar a romper las barreras y estereotipos producidos por la discriminación de género.

Oriana es además la actual presidenta de la ONG Presencia de América Latina (PAL), que celebró diez años de existencia en 2014 y tiene como objetivo movilizar, articular e incentivar acciones colectivas de los inmigrantes en Brasil, en especial los hispano-latinos.

Más informaciones acerca de la entidad pueden obtenerse por medio de la página de Facebook.

Chilena, de Valparaíso, Oriana vive fuera de su país natal desde 1978 y está en Brasil desde 1995. Es psicóloga social y comenzó a trabajar con el tema de las migraciones en 1998, con el foco puesto en las cuestiones de género.

Ser mujer e inmigrante
Por Oriana Jara (original en español)

Ser mujer nunca fue  una tarea fácil. Más difícil todavía es ser mujeres inmigrantes. Pareciera nos quedamos detenidas en el tiempo: en el tiempo del nunca- jamás.
Claro que es necesario deshacer la idea de homogeneidad cuando hablamos de mujeres e inmigrantes. Somos diferentes, incluso las de una misma procedencia y cultura. Variamos en forma de ver, sentir y  pensar nuestros universos, al igual que las Evas nacionales. La migración, también es un proceso diferenciado, motivado por múltiples situaciones y circunstancias. Qué nos une, como para poder hablar de mujeres e inmigrantes? 

El quedarnos todas, detenidas en el tiempo, en el espacio, en el desencuentro de lo que vivimos y de lo que viven las otras,  tanto nuestras semejantes generacionales que se quedaron en el país de origen, como  de  nuestras congéneres del país que nos cobija. ¿Por qué?

En la mayoría de nuestro países, desde los años 70-80  en adelante, comenzó un proceso más o menos ágil de educación y de toma de conciencia  referente a la situación de discriminación y de desigualdad vividos por las mujeres. Reforzada por la imperiosa necesidad  para la reconstrucción de la democracia perdida., la inclusión de la  mujer fue uno  de los puntos de sustentación.

Esto  trajo políticas públicas,  programas y acciones concretas que permitieron el desarrollo gradual de la auto-estima, de la conciencia ciudadana,  el reconocimiento de  la sociedad  como un todo de los  valores y poder de lo  femenino y sus representantes. Pasamos a ser sujetos históricos, económicos y actrices sociales en el desarrollo de la Nación.

Eso sucedía en nuestro país de origen,  mientras nosotras,  en  cuanto mujeres inmigrantes, ajenas a la vida,  procurábamos  sobrevivir, adaptarnos a una cultura nueva, sociedad desconocida y  grupos nuevos de encuentro y desencuentro.  Quedamos  al margen de los procesos  que las mujeres vivían  en la sociedad de origen y la de acogida.   

Sus posibilidades de opción, de  ejercicio de su libertad, estaba en juntarse con las compatriotas,  que podían hablar la lengua, que conocían símbolos y silencios, que podían tejer memorias en conjunto y  recordar lo que no era más parte de nuestra vida: idealizar costumbres, hábitos, ideas y creencias muchas de las cuales, en  el país de origen otras mujeres  estaban procurando y luchando por revisar, modificar, cambiar.

Mientras las mujeres, se movían para cambiar, para ponerse a andar en nuevos rumbos,  recrear un universo destruido por la dictadura,  ellas, las inmigrantes caminaban hacia el interior de sus recuerdos, para buscar en la memoria lugares comunes, vacíos de contenidos porque, en el lugar donde fueron generados, estaban diluyéndose por arcaicos.

¿Y, en el lugar de origen?  Muchas veces largos silencios por no saber la lengua. Una tierra diferente, historia no conocida, cultura no compartida  Imagen, auto identidad confusa  que para  sobrevivir tiende a cristalizarse en lo que creíamos que éramos y ya no somos más.

Ser mujer e inmigrante, es haber visto pasar el curso de la historia,  por la vereda de  enfrente.  Ser mujer e inmigrante es haber  quedado aparte, es no ser parte, es como dice la canción:  yo no soy de aquí, ni soy de allá.

Éramos las transmisoras de la cultura, de nuestra cultura. Transmitimos ¿qué? ¿cuál cultura?  ¿La  cultura cristalizada en el tiempo,  que allá, en el origen, no existe más?

Transmitimos costumbres, hábitos, formas de vivir, a  nuestros hijos  que no quieren más, porque necesitan adaptarse a los hábitos y costumbres de sus pares  en el país que viven. Tratamos de detenerlos en el " como si"; como si fueran de nuestra nacionalidad., para comprobar con dolor    que ni ellos ni nosotras somos más, eso que creíamos o soñábamos ser.

¿Ser mujer y ser inmigrante es una desgracia?  Para nada, como siempre es una opción. Puedo quedarme repitiendo las cosas de ese tiempo que ya no es más, o se puede optar por ser más adquirir nuevas formas, nuevas  culturas, nuevos modelos, en fin, adquirir una nueva vida. Ampliar su conciencia con nuevas vivencias,  con la vivencia de esos otros u " otras", otras culturas como la nuestra, en fin esos otros, que me complementan  y enriquecen.

Es más difícil, sí, es más difícil. Fuera del país, cortadas en el medio, tenemos que hacer ese proceso, profundamente solas.

Esto está en la raíz de toda mujer inmigrante., somos mujeres fuerte, profundamente solas y con mucho miedo.  Y, cuando expreso esto, ni siquiera estoy pensando en la indígena, en la mujer tradición, en la mujer tierra, que hasta la tierra  perdió, pues todo es asfaltado. Esa soledad debe ser cósmica, así como su silencio.

Expreso esto, no solo desde mi experiencia  sino también luego de un proceso maravilloso realizado con mujeres, inmigrantes latinas, a través de un proyecto colectivo llamado. Mujer Latina, tú eres parte: no te quedes aparte,  que publicó las Memorias Sociales de mujeres chilenas, (2010), uruguayas (2011) colombianas (2012), ahora está en curso el libro de las argentinas. Trabajo que permitió recuperar una nueva identidad, hibrida, multicultural,  amplia y generosa y elegida. Elegimos ser de aquí y de allá y también de más allá.

Ser mujer siempre fue una tarea heroica,  ser mujer e inmigrante  más aún.

Oriana Jara/Planeta América Latina
La chilena Oriana Jara
La chilena Oriana Jara

Traducido por NATALIA FABENI

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