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"El narcotráfico se ríe de la represión contra las drogas", dice el presidente de Uruguay

26/11/2014 - 13h44

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SYLVIA COLOMBO
ENVIADA ESPECIAL A MONTEVIDEO

Si siguen respondiéndole al narcotráfico por la vía de la represión, los gobiernos latinoamericanos estarán cultivando una "espléndida derrota".

Esta es la opinión del presidente uruguayo José "Pepe" Mujica (79), que, entre otras leyes de carácter liberal, aprobó durante su gestión la regulación de la producción y consumo de marihuana.

"Si uno quiere cambiar una situación, no puede seguir haciendo lo mismo, tiene que buscar otro camino. Yo no sé por qué el mundo no ve lo que está sucediendo", indicó.

El partido de Mujica, el izquierdista Frente Amplio, es el favorito para ganar las elecciones del próximo domingo (30) en Uruguay y, de resultar victorioso, volverá a colocar en la presidencia al antecesor de Mujica, el también líder socialista Tabaré Vázquez.

Veja o vídeo

Las encuestas indican una victoria del médico oncólogo: 52% contra 42% de su contrincante, Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional.

Mujica, que dejará el cargo en marzo, recibió a Folha en su chacra de Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo.

"¿Balance de gobierno? No soy dueño de un almacén, no hago balances, hay que mirar hacia delante", dijo, de buen humor, sentado en un banco de jardín de su modesta casa, en la que vive con su mujer y sus perros.

Lea los principales trechos de la entrevista con el presidente uruguayo.

Folha- ¿Cómo evalúa la implementación de la ley de la marihuana en Uruguay?

José "Pepe" Mujica- A nosotros no nos gusta ni la marihuana ni ningún vicio. Pero peor que la marihuana es el narcotráfico. Lo que está sucediendo es que, con la vía represiva, el narcotráfico está matándose de risa. Cada vez se trafica más, se gasta más dinero en policía, en poner gente presa. Estamos cultivando una espléndida derrota.

Todos los gobiernos de América Latina, desde este punto de vista, parecemos estados fallidos. Cada vez armamos aparatos más grandes para reprimir, tenemos cada vez más gente presa y cada vez hay más tráfico de drogas.

Nosotros queremos encontrar otro camino. Si uno quiere cambiar, no puede seguir haciendo las mismas cosas, hay que buscar otras maneras. Yo no sé por qué el mundo no ve lo que está sucediendo, parece que tenemos una venda sobre los ojos, como si la droga fuera una cosa fea de la que no se puede hablar.

Por ejemplo, ¿el cigarrillo es bueno? ¿Por qué no lo prohibimos entonces? Porque no podemos, si hiciéramos eso, el mercado clandestino va a ser atroz. Esas cosas necesitan ser discutidas de un modo más serio.

[El pintor español Francisco] Goya [1746-1828] dijo que pintaba sus monstruos bajo el efecto de la droga. Claro que no quiero decir que si tomáramos drogas pintaríamos como Goya [risas], pero quiero decir que hace mucho que eso existe.

La legalización parcial nos permite identificar a los consumidores y así aconsejarlos y tratarlos. Aquí nosotros tenemos un problema de dosis. Si yo tomo unas tres medidas de whisky por día, tal vez no me haga bien, pero es algo soportable. Si tomo un litro me van a tener que internar. Es eso lo que queremos identificar. Hoy, como todo está en el mundo clandestino, cuando logramos identificar el problema ya es demasiado tarde.

¿También considera positivo lo que sucede en Uruguay con la legalización del aborto? ¿Por qué es un tema tan difícil de ser discutido?

Existe una tradición política en Uruguay de colocar los problemas serios sobre la mesa y no esconderlos. Aquí, en este país, en 1914/15 [gestión del colorado Battle y Ordóñez] el Estado reconoció la prostitución y fundó una universidad femenina para que las familias conservadores se animaran a mandar a estudiar a sus hijas, entre otras cosas. En aquella época se pensaba que la sociedad iría a disolverse si las mujeres iban a estudiar. El Estado también nacionalizó el alcohol, y durante 50 años fue el único en producir aguardiente.

Así estamos encarando ese tema. Nadie está a favor del aborto, pero por muchas razones las mujeres, solas o con problemas, siguen practicándolo. Si las dejamos solas, aisladas, es una cobardía, una falta de responsabilidad. Mucho más si es pobre.

Nosotros ofrecemos un servicio, pero la primera acción es tratar de disuadirla y de ofrecerle apoyo. Así salvamos más vidas. Si las mujeres persisten en su decisión, nosotros lo realizamos y así lidiamos mejor con los problemas que ocurren si el aborto se hace de forma incorrecta. O sea, hay un costo humano menor.

Eso quiere decir que esa política da resultado desde el punto de vista del principio de la defensa a la vida, exactamente al contrario de lo que dicen los opositores. Cuando dejamos el asunto del aborto en el mundo clandestino, la única cosa que estamos haciendo es colocando en un riesgo mayor a las mujeres. Las dejamos solas. Y eso es una cobardía, una falta de responsabilidad. Sobre todo en las familias pobres. Creo que sucede por prejuicio religioso. Pero Uruguay es el país más laico de América Latina.

¿Qué fue lo que funcionó y lo que no funcionó en estos diez años de Frente Amplio?

Bueno, las personas continúan teniendo el pésimo vicio de morir y no podemos arreglarlo [risas]. Pero, ahora hablando en serio, lo más importante es que teníamos un 39% de pobreza hace diez años y ahora tenemos 11%. Teníamos 11% de indigencia y ahora tenemos 0,5%.

Avanzamos considerablemente en ese punto, pero no fue suficiente como para eliminar la pobreza y la indigencia, en un pequeño país rico en recursos naturales y que no tiene justificativa para ser tan pobre e indigente. No llegamos a dónde deberíamos haber llegado.

También le dimos una respuesta parcial a problemas importantes del porvenir. Desde el punto de vista energético, Uruguay tendrá, en diez o 15 años, solucionados sus problemas de energía eléctrica. Vamos a tener en exceso para venderles a los vecinos. Por otro lado, estamos atrasados en infraestructura, porque la economía, el transporte y el movimiento portuario crecieron mucho y no hicimos inversiones a la altura para facilitar el flujo de mercaderías. Estamos atrasados en eso.

¿Las medidas proteccionistas de Brasil y Argentina perjudican al Mercosur?

Brasil siempre nos da un lugar. Argentina es más esquemática. Brasil es proteccionista con el resto del mundo, pero no tanto con nosotros, como con los integrantes del Mercosur. Por su parte, Argentina es proteccionista con todos y está pasando por una coyuntura económica difícil.

Y no estoy de acuerdo con ese análisis apocalíptico sobre que la Argentina va a derrumbarse. Yo me hice viejo escuchando esos análisis y la Argentina sigue. En el mundo, es importante tener dos economías: una para el resto del mundo y la otra para Argentina. Es un país muy rico, de repente arranca, siempre fue así.

¿Cuál es su opinión acerca de la reelección?

No me gusta, siempre me opuse. No soy reeleccionista porque los presidentes emanan una atmósfera de poder y debajo de esa atmósfera se cultiva un afán de poder y de estabilidad de las personas que componen el gobierno. Es bueno pasar la escoba.

¿Qué piensa acerca de que su estilo de vida humilde haya ganado tanta proyección internacional?

Me entristece. Porque en las repúblicas, en última instancia, las decisiones fundamentales son de la mayoría. Y, por lo tanto, los gobernantes debemos responderle a las mayorías y no a las minorías.

Vivo como vive la inmensa mayoría del pueblo uruguayo. No tengo la culpa si otros gobernantes, sin darse cuenta parece, cambian de cuadro. Yo no cambié de cuadro, pertenezco a una determinada clase social, represento esa clase social, tengo sus valores.

¿Usted se arrepiente de haber optado por la lucha armada?

Cada cosa tiene su tiempo. América era otra América, el mundo era otro mundo. Y éramos funcionales a la época en que vivíamos. Hoy soy un pacifista extremo. Porque antes podíamos pensar que había guerras justas e injustas. Hoy, cuando contemplamos los hechos, sabemos que todas las guerras son injustas, porque los que pagan el precio más alto, sin tener nada que ver con la guerra, son los más humildes.

¿Qué piensa de aquellos que lo torturaron?

No, no cultivo eso. No me dedico a vivir esclavizado, ni por la Justicia ni por el odio, porque mi vida sigue adelante, pero reconozco que soy bastante excepcional, soy un luchador social y un luchador político.

Aquellos que me torturaron y me tuvieron encerrado, si no eran esos, hubieran sido otros. Ellos estaban cumpliendo una función de poder reaccionario en ese momento. No puedo quedarme aferrado a eso hasta la muerte.

Si aparezco como un vengador, para cobrar viejas cuentas, no voy a estar en condiciones de ganar políticamente lo que está por delante. En mi lucha política adopto la táctica más conveniente para avanzar hacia el futuro. Pero reconozco que hay gente que piensa de una forma diferente. Eso no significa que me haya olvidado de lo que sucedió, hay cosas que no podemos olvidar, pero tenemos que cargarlas y aprender a andar con ellas.

Traducido por NATALIA FABENI

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