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Venezolanos recorren ruta paralela para comprar comida en Brasil
02/01/2017 - 12h15
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MARCELO TOLEDO
ENVIADO ESPECIAL A PACARAIMA (RR)
El jubilado João Pereira de Oliveira, de 64 años, compró un terreno hace un año para construir su casa y descansar. Todo iba bien hasta que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cerró la frontera que separa su país de Brasil.
La propiedad del jubilado está localizada en la frontera entre los dos países y se ha tornado un acceso ilegal a Brasil transitado por la población de la región que lo atraviesa para comprar alimentos que escasean en territorio venezolano y llevar gasolina a Pacaraima (Roraima), donde es revendida. Y es que la ciudad, que no cuenta con ninguna gasolineras, se ha visto afectada económicamente por el cierre de fronteras.
Maduro alega que su decisión trata de evitar que los billetes de 100 bolívares (un dólar equivale en Venezuela a 670 bolívares) caigan en manos de mafias colombianas y brasileñas, financiadas por EE UU.
Al menos cien personas, a pie o en moto, recorren a diario este camino de acceso, entre Santa Elena de Uairén (Venezuela) y Brasil, pasando por la propiedad de Oliveira.
"Necesito comprar arroz, azúcar y aceite. Si no paso por aquí no tendré qué comer", protesta Carlos Alandi que hace la travesía ilegal en moto.
"No se puede hacer nada. No lo puedo impedir. Es una cuestión de solidaridad. La gente tiene hambre. No se le puede prohibir a nadie que quiera comer", dice el jubilado.
Además de la casa de Oliveira, hay al menos otros siete puntos en el área urbana de Pacaraima usados como rutas clandestinas, que apenas llevan 15 minutos recorrerlas en moto.
Por su parte, las autoridades aduaneras brasileñas advierten que la entrada y salida de mercancías fuera de sus controles se considera contrabando.
Traducido por AZAHARA MARTIN