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Publicado en 11/04/2016

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SUZANA SINGER
ombudsman@uol.com.br

La fotografía que reunió a Dilma y a sus antecesores en el embarque previo a la partida hacia Sudáfrica, que fue estampada en la tapa de casi todos los diarios brasileños el martes, encendió la polémica.

Fernando Rodrigues saludó la iniciativa de la presidenta: "La foto de todos juntos hace del país un lugar un poco más civilizado y urbano". Rogério Gentile criticó el gesto, porque, al incluir a Fernando Collor, Dilma estaría "haciéndole un homenaje a una vergüenza nacional". José Simão ironizó: "Dilma, Sarney, Collor, Fernando Henrique Cardoso (FHC) y Lula. Si ellos tuvieran peso en la conciencia, el avión no despegaba".

La reunión de todos los (vivos) que ya ocuparon el puesto más alto en el Palacio del Planalto fue una escena única. Una pena que solo haya sido registrada por el fotógrafo oficial de la Presidencia. La prensa no tuvo acceso al lugar porque, según la ministra de Comunicación Social Helena Chagas, no estaba prevista una foto en ese momento.

La imagen habría sido hecha para atender un pedido de oficiales que estaban en la Base Aérea Galeão. La prensa podía fotografiar al grupo a su llegada a Johannesburgo.

El detalle fue que los grandes diarios no enviaron fotógrafos a Sudáfrica. "No vimos que había necesidad. Sabíamos que habría una amplia cobertura fotográfica a nuestra disposición", dijo la Secretaría de Redacción.

De hecho, las mejores agencias participaron de las ceremonias por la memoria de Nelson Mandela, pero un ojo brasileño podría haber ofrecido imágenes originales, del mismo modo que un enviado especial hace a la diferencia en coberturas importantes.

La presencia de Dilma, que fue una de las oradoras de la ceremonia, y de otros políticos brasileños, hubiera justificado todavía más el viaje a África.

Aunque muchos lectores no le presten atención al crédito, que aparece en letras muy pequeñas en la parte superior de cada imagen, hace una diferencia si una imagen fue aprobada por el fotografiado o si fue hecha sin censura. En la foto oficial, los cinco aparecen en el aeropuerto bien peinados y predispuestos.

No hay ninguna toma "infraganti", como la foto registrada por Roberto Schmidt, de la agencia France Presse, durante el homenaje a Mandela.

La imagen, que muestra a Obama, David Cameron y a la premier de Dinamarca tomándose una "autofoto" ("selfie"), generó críticas (el trío se estaría divirtiendo durante una ceremonia fúnebre) y montones de especulaciones sobre los celos de la primera dama estadounidense.

Fue tanta la repercusión, que el fotógrafo divulgó una explicación sobre la escena. No habría habido falta de respeto en la "selfie" porque el clima en el estadio era de fiesta, con cantos y danzas. Michelle Obama tampoco estaría incómoda ya que, minutos antes, estaba participando de la conversación, incluso con la amiga rubia.

"Los líderes del mundo estaban simplemente actuando como seres humanos, como tu o como yo", dijo el fotógrafo.

Los políticos adoran parecer "gente común", pero en situaciones controladas. Obama viene restringiendo el acceso de fotógrafos, lo que provocó una queja formal de varios diarios, incluso del "New York Times". Grupos de medios como Gannett ("USA Today"), McClatchy ("Miami Herald") y la agencia Associated Press decidieron dejar de publicar fotos oficiales, salvo en situaciones muy especiales.

En Brasil, el veto presidencial en algunas situaciones y los recortes en los presupuestos de las Redacciones han dejado a disposición de los lectores cada vez más fotos oficiales que, como bien definió la ombudsman del "New York Times", Margaret Sullivan, no son otra cosa más que "releases visuales".

SOLO LO NEGATIVO

El titular del lunes decía: "Ineficiencia marca la gestión del Sistema Único de Salud (SUS), dice el Banco Mundial". La nota solo incorporaba las críticas que aparecían en el estudio, que realizó un balance de los 20 años del sistema único en el país.

Toda la parte elogiosa, en la que se resalta, entre otros puntos, un acceso más ecuánime a la asistencia médica, fue ignorada por el diario. Quedó la impresión de que el Banco Mundial condenaba al SUS. Pero se trató de otro ataque del pesimismo crónico de Folha.

Traducido por NATALIA FABENI

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