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Publicado en 11/04/2016

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Acción y reacción

18/02/2014 - 16h26

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SUZANA SINGER

La prensa reaccionó con fuerza a la muerte de Santiago Andrade, alcanzado por una bengala que le explotó en la cabeza, mientras filmaba una protesta en el centro de Río.

El miércoles, cuando capturaron a los dos jóvenes que encendieron el artefacto explosivo, el "Jornal Nacional" dedicó 16 minutos al caso. En la TV Bandeirantes, en donde Santiago trabajaba, fueron 15 minutos. En televisión, es una eternidad.

Cuando Caio de Souza todavía estaba fugitivo, el diario "O Globo" colocó una foto inmensa en su tapa, con la palabra "Buscado".

Un poco más discreta, Folha le dedicó tres titulares al caso y colocó en la tapa del diario una imagen grande del joven, cabizbajo, siendo presentado por la policía.

Mucha gente acusó a la prensa de corporativismo. "Folha sigue a todos los órganos de prensa que destacaron la triste muerte del periodista como la única digna de ser esclarecida y de que los culpables sean castigados. La lucha contra la violencia debe ser universal. La bandera de lo 'injustificable' no debe ser ondeada por el viento corporativista", criticó el médico Ricardo Cohen, de 52 años.

Entiendo a quien ve el espíritu del corporativismo en las noticias inflamadas de los últimos días, pero las circunstancias, la muerte de Santiago, es diferente de las anteriores. Él fue la primera víctima directa de la violencia de los "Black blocs". Las otras muertes registradas durante las protestas ocurrieron por accidente.

Es significativo también que Santiago estuviera ahí trabajando, ejerciendo el papel de informar al público. La exageración está en considerar a su muerte como un atentado a la libertad de prensa, como hicieron los editoriales de Folha y "Globo".

No fue un ataque que estaba direccionado hacia Santiago. La bengala podría haber alcanzado a un policía, a una persona de a pie o a un manifestante. Es diferente, por ejemplo, de la muerte de Tim Lopes, periodista de la Rede Globo que, en 2002, mientras hacía una nota sobre abuso sexual de menores y tráfico de drogas, fue ejecutado por criminales.

A Tim lo mataron por ser periodista; a Santiago no. Por más que la prensa venga siendo hostilizada en las protestas, no es posible decir que la muerte del camarógrafo es la exacerbación de esa actitud autoritaria.

Es esencial poder mantener la cabeza fría para no perder la imparcialidad a la hora de dimensionar las noticias, una de las funciones más importantes del periodismo. Caio de Souza y Fábio Raposo deben ser castigados por la muerte trágica que provocaron, pero sin linchamiento mediático.

De la misma forma, no se deberían destacar las acusaciones vacías. El nombre del diputado Marcelo Freixo (PSOL-RJ) fue a parar al informe del noticiero sobre la muerte de Santiago con base en el dice que dijo.

El miércoles, el abogado de los dos presos afirmó que ellos recibieron dinero de políticos para participar de las manifestaciones. No citó un nombre y, incluso así, fue el título principal del diario ("Le pagaron al manifestante para protestar, dice abogado").

Afectados por la muerte de un colega y cansados de ser maltratados por la turba y por la policía cuando solo están trabajando, los periodistas no pueden perder la racionalidad.

No somos justicieros.

EN FACEBOOK, GAYS VERSUS FOLHA

Un artículo que tenía todo para agradar a los gays terminó por rendirle al diario el eslogan "Evite a Folha para evitar la homofobia".

La tapa de "Cotidiano" del domingo pasado mostraba cómo los homosexuales que frecuentan la región de la avenida Paulista están arrinconados desde los últimos casos de agresión. La indignación se dio por causa del recuadro "Estrategias de seguridad", que listaba, entre otros puntos, "no mostrarse ", "evitar darse la mano y besarse en lugares públicos".

En parte de los ejemplares, ese recuadro salió sin la explicación de que eran tácticas citadas por los gays. La versión equivocada del recuadro fue reproducida en Facebook, sin el artículo, y fue compartida 2155 veces. Como suele suceder en las redes sociales, se extendió una ola de indignación basada en la desinformación. Se decía que Folha estaba recomendando a los gays ser menos gay.

Algunos militantes afirmaron que, al pasar trucos como esos, sin escuchar quien propone estrategias de enfrentamiento, el diario está promoviendo el prejuicio.

Folha recibe golpes por varios motivos en las redes sociales, pero se necesita conocer muy poco del periódico para considerarlo homofóbico. Una recomendación: "Antes de quejarse, siga a Folha por un tiempo".

Traducido por NATALIA FABENI

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