Más allá de Fachin

17/04/2017 - 15h42

Con mayor impacto que la madre de todas las bombas lanzadas por los EE.UU. en Afganistán el jueves 13, la divulgación de la lista de investigados en el marco de la Operación Lava Jato, autorizada por el Tribunal Supremo, devastó el sistema político brasileño.

Los archivos que soportan las 76 investigaciones abiertas por orden del Tribunal Supremo tienen 400 gigabytes, espacio suficiente para archivar las obras completas de Shakespeare y Dostoievski, por nombrar autores famosos de obras que tratan delincuencia, castigo, maldad y poder.

Serán investigados ocho ministros, 24 senadores, 39 diputados, tres gobernadores, dos alcaldes y un ministro del TCU (Tribunal de Cuentas). Hay decenas de referencias que serán evaluadas por tribunales inferiores que mencionan nueve gobernadores, cinco ex presidentes y otros políticos. La bomba impacta contra 16 partidos en 20 estados y en Distrito Federal.

El levantamiento del secreto de sumario con los testimonios de informantes, determinado por el magistrado Edson Fachin, refuerza mi teoría de que la filtración selectiva de datos de la apertura de diligencias de la Oficina del Fiscal General, en la que aparecieron sólo 16 nombres, no tenía sentido.

El diario "O Estado de S. Paulo" obtuvo los documentos completos antes de sus competidores. Publicado en su web, a las 16h del martes, una secuencia de textos desmenuzando la "denuncia del fin del mundo".

Todos los otros periódicos tuvieron que ir atrás de la información. Si la versión digital del 11 de abril no consiguió llegar a la altura de su competidor, en las versiones impresas de los días 12, 13 y 14 Folha logró publicar buenos temas.

Tanta información para digerir en tan corto período de tiempo requiere una cuidadosa atención. El peligro está en los detalles.

Un lector-abogado considera un "grave error" de la prensa llamar de "lista Fachin" lo que en realidad sería "la lista de Janot". Después de todo, el Fiscal General ha elaborado la lista de investigados y el magistrado de la Corte Suprema autorizó las diligencias por concordar que había indicios delictivos.

Con el fin del secreto de sumario, relaciones espurias entre los políticos y hombres de negocios surgieron. Las empresas se dividieron el dinero de origen con los políticos. A cambio garantizaron victorias en licitaciones, sobrefacturación de obras y favoritismo, a través de leyes y medidas provisionales. Gobernantes, funcionarios y parlamentarios reciben honorarios y donaciones ilegales, en Brasil o en el extranjero, dinero con el que se enriquecen, reeligen y destrozan el sistema de representación política.

Patriarca de la mayor empresa de construcción, Emílio Odebrecht es un retrato de la élite empresarial que corrompe el país desde hace décadas, como él mismo quiso destacar. En un comunicado, acusó a la prensa de silencio desinteresado y de ahora hacer demagogia como si se sorprendiese.

"Toda la prensa sabía lo que ocurría fue. ¿Por qué hacen esto ahora? ¿Por qué no hicieron esto hace 10,15 o 20 años atrás? Porque todo esto se hace desde hace 30 años."

Cierta desfachatez de Emilio transpira en esta frase. Odebrecht fue la empresa que más ha invertido en la creación de un aparato tecnológico que engrasaba la máquina subterránea de la corrupción. Por más que se desconfiase de relaciones no republicanas, era inimaginable su tamaño y profesionalidad.

Se repiten miles de veces los casos donde la prensa investiga y comprueba irregularidades en obras públicas. Sólo tiene que buscar en el archivos.

La Dirección de Folha estima que, en los últimos tres decenios, publicó todo lo que podía comprobar sobre relaciones impropias entre políticos, contratistas y obras públicas.

El periodista Ricardo Feltrin tuvo acceso antes que nadie a los nombres que serían elegidos en la licitación del Metro de Sao Paulo en 2010. Una vez más, Odebrecht estaba en el consorcio ganador, ejemplificó el editor ejecutivo de Folha, Sérgio Dávila.

Dijo, además, que "sería irresponsable publicar un hecho que es de 'conocimiento implícito o explícito' de todos, como se ha dicho Emilio Odebrecht, sin pruebas".

La sofisticación del mecanismo de la corrupción revelado ahora indica la dificultad de detectarlo. No veo mecanismos eficientes, integrales y legales que permitieran a la prensa tirar del hilo.

Con el rollo expuesto, es responsabilidad de los medios calificar el control del trámite de las medidas provisionales y proyectos de ley, revisar las licitaciones antes mencionadas, investigar la evolución del patrimonio de los involucrados. El reto será ampliar el alcance. Es ingenuo imaginar que estas tramas se restringen al universo de las constructoras.

Si hay un mea culpa que hacer es reconocer que el aparato de la corrupción va mucho más allá de las herramientas de prensa para investigarlo.

Traducido por AZAHARA MARTÍN

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