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Publicado en 11/04/2016

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El acoso sexual bajo la mira

14/05/2018 - 14h03

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PAULA CESARINO COSTA

El premio periodístico internacional más prestigioso, el Pulitzer, fue compartido entre el diario The New York Times y la revista The New Yorker por una serie de reportajes sobre denuncias de acoso sexual y violación contra nombres importantes del cine y los medios de comunicación.

Los reportajes premiados llevaron a una serie de denuncias que, a finales de 2017, desembocaron en el movimiento #MeToo (# Yotambién), que incentivó a mujeres de todo el mundo a relatar episodios de abuso en su ambiente de trabajo.

En marzo de 2017, la acusación de acoso sobre el actor José Mayer fue revelada por Folha, pero no fue suficiente para que el tema se tornase una de las prioridades periodísticas del año.

La exclusiva salió de la redacción. Fue el blog #AgoraÉQueSãoElas (#ahorasonellas) el que publicó el texto de la estilista Susllem Tonani sobre el acoso sexual sufrido en un camerino del canal Globo. Como consecuencia, las mujeres se movilizaron bajo el lema "Mexeu com uma, mexeu com todas" ("Atacó a una, nos atacó a todas"). Una vez que el actor fue suspendido de sus funciones dentro del canal, la movilización perdió fuerza.

En Brasil, el acoso sexual se define en el artículo 216-A del Código Penal: "Intimidar a alguien con el fin de obtener favorecimiento sexual, prevaleciendo la condición de superior jerárquico del agente o ascendencia inherentes al ejercicio de empleo, cargo o función. Pena - detención de uno a dos años".

Como explica Luiza Nagib Eluf, autora del libro "De los crímenes de costumbres y acoso sexual", aquí, la conducta de acosar "no incluye silbidos, bromas o ataques sexuales físicos. El acoso no presupone contactos físicos, se limita a la intimidación practicada por un superior jerárquico o alguien que tenga ascendencia sobre la víctima".

He insistido en las críticas internas, que transmito a la Redacción, la importancia de que Folha dé prioridad a investigaciones sobre acoso en las más variadas áreas.

Es justo mencionar que en abril Folha publicó, con exclusividad, que el futbolista Ruan Petrick Aguiar de Carvalho, de 19, registró una denuncia en que la acusaba al coordinador de las categorías de la cantera del Santos, Ricardo Marco Crivelli, de abusar sexualmente de él cuando tenía 11 años y deseaba una plaza en el club. Crivelli fue despedido del club y niega las acusaciones.

A veces, pensé que el periódico sería firme en la investigación de acusaciones involucrando a brasileños como el bailarín Marcelo Gomes, que fue despedido del American Ballet, o el fotógrafo de moda André Passos. Me decepcioné.

El periódico se empeña más en los reportajes que involucran abusos de diplomáticos brasileños con puestos en organismos de la ONU, que ni siquiera han sido destapados a partir de investigaciones propias.

Con las sucesivas revelaciones de acoso en todo el mundo, Folha optó por publicar traducciones de periódicos extranjeros y por hacer registros discretos.

En Brasil, el mejor reportaje fue del programa Fantástico, de la TV Globo, que relató decenas de acusaciones contra el técnico de la selección brasileña de gimnasia, Fernando de Carvalho Lopes. En un raro ejemplo brasileño de investigación exhaustiva y detallada, la reportera Joana de Assis obtuvo informes impresionantes de sus víctimas.

El reportaje puede haber sido inspirado en el caso del médico Larry Nassar, del equipo de gimnastas de EEUU, acusado de abusos por más de 200 mujeres y ya condenado en dos procesos.

En los últimos días, el tema volvió a los titulares en el exterior con la condena por agresión sexual del cómico Bill Cosby y la expulsión de este y del cineasta Roman Polanski (que violó a una chica de 13 años y es acusado por otras) de la Academia de los Oscar, de la cancelación del Nobel de Literatura después de la crisis generada por las acusaciones de acoso contra el escritor Jean-Claude Arnault, casado con un poeta integrante de la institución.

No tendría aquí espacio para citar tantos casos. Las acusaciones de acoso sexual se extienden por diferentes países, ambientadas en el mundo del entretenimiento, la cultura, el deporte, la diplomacia, los medios de comunicación, la moda, las universidades, las empresas.

Es un tipo de escrutinio extremadamente complicado y difícil, que lleva tiempo, requiere un enfoque adecuado y necesita ser reportado con cuidado. Hay miles de víctimas que pueden estar dispuestas a hablar.

Falta la decisión editorial de comenzar a investigar, con un esfuerzo similar al que dedica a denunciar crímenes de corrupción, por ejemplo.

No se trata de revelar chismes sobre la intimidad de personas famosas, sino de desnudar una práctica aceptada que se ha extendido por demasiado tiempo en una sociedad de notorio sesgo machista.

Folha necesita abandonar la posición de transmisor pasivo de informaciones y convertirse de hecho en un agente de investigaciones exhaustivas y contrastadas. No hay una cuestión sobre comportamiento más amplia, urgente y necesaria para ser investigada que las múltiples denuncias de acoso.

Traducido por AZAHARA MARTÍN

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