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Publicado en 11/04/2016

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El alcalde de São Paulo enfrenta una difícil campaña de reelección

07/06/2016 - 15h14

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JOE LEAHY
JOHN PAUL RATHBONE
SAMANTHA PEARSON
"FINANCIAL TIMES"

Fernando Haddad, el alcalde de São Paulo, la mayor ciudad de América del Sur, se está preparando para una difícil campaña de reelección este año como uno de los últimos líderes que quedan dentro de un partido izquierdista que fuera alguna vez poderoso: el Partido de los Trabajadores de Brasil, o PT.

Con la presidenta Dilma Rousseff suspendida como parte de un proceso de destitución que dejó al PT -anteriormente uno de los partidos socialistas más importantes del mundo- en ruinas, Haddad es uno de los pocos políticos de alto nivel del partido en el poder que continúa ejerciendo un papel ejecutivo clave y que no está bajo investigación por corrupción.

"Ya fue difícil en 2012", dijo el alcalde refiriéndose a su primera elección, cuando su victoria fue una sorpresa para São Paulo, un conservador centro financiero e industrial. "Este año será aún peor. Para la clase dirigente de Brasil el derrotarme será una cuestión de honor".

Paralizado por la peor recesión económica de Brasil en más de un siglo, el anteriormente popular PT ha visto su fortuna cambiar drásticamente después de 13 años en el poder, culminando en el inicio el mes pasado del juicio político de Rousseff por manipular el presupuesto.

El fundador del PT y ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva -quien fue increíblemente popular durante su mandato entre 2003 y 2010 por los programas dirigidos a los pobres- ayudó a Haddad en la campaña electoral original en São Paulo.

Sin embargo, la "estrella" del partido ha caído a la vez que un enorme escándalo de corrupción de la petrolera estatal Petrobras ha implicado a numerosas figuras de la coalición gobernante, incluyendo a Lula da Silva.

Otros líderes del PT -como Fernando Pimentel, el gobernador del políticamente importante estado de Minas Gerais- han sido afligidos por casos separados de corrupción.

Eso ha dejado a Haddad -a quien se ha mencionado en ciertas investigaciones pero no enfrenta ninguna acción formal- como una de las últimas figuras destacadas del partido mientras prepara su campaña de reelección en octubre.

Como alcalde, él se ha vuelto popular por introducir amplios carriles para autobuses y bicicletas en una de las ciudades más abarrotadas de automóviles en el mundo, por disminuir los límites de velocidad para reducir los accidentes, y por prohibir el tránsito en la principal vía de la ciudad, la Avenida Paulista, todos los domingo.

Los peatones y los ciclistas lo elogian; los aficionados incondicionales de los automóviles y los conductores de taxi lo critican.

El ex ministro de Educación pertenece a una generación más reciente que la de Rousseff, quien fue una guerrillera marxista durante la dictadura militar brasileña de la década de 1960. Haddad cree en un Estado fuerte -pero uno que gaste más responsablemente- y en la redistribución de la riqueza.

Durante una reunión en las oficinas del gobierno de la ciudad en un fin de semana largo, el casualmente ataviado Haddad, de 53 años, declaró que su mayor crítica del gobierno de Rousseff era el no haber reequilibrado el afectado presupuesto federal de Brasil a medida que el superciclo global de materias primas llegaba a su final.

"El gran problema con el gobierno de Dilma en 2013-2014 fue posponer este ajuste de cuentas . . . con la esperanza de que el escenario internacional mejorara en el corto plazo, lo que no ocurrió", él agregó.

Haddad comentó que el PT también se mantuvo al margen de la reforma política, con la necesidad de reducir el número de partidos en Brasil de los 35 del presente y hacer que los políticos fueran más responsables. "Hemos elegido al peor Congreso desde la reintroducción de la democracia", aseguró, diciendo que se inclina hacia la "derecha arcaica".

Él declaró que el nuevo gobierno del presidente interino Michel Temer -el cual ha sido criticado por su falta de diversidad de género o de raza- le recordaba a la añoranza del período anterior a la industrialización de Brasil, cuando los oligarcas rurales y los magnates del café gobernaban el país.

Él predijo, sin embargo, que el Brasil moderno, con su nueva clase media baja, no toleraría una regresión de tal magnitud. Exigiría un modelo económico más distributivo a través de un nuevo pacto social. Esto requeriría elevar la productividad, pero también seguramente implicaría aumentar los impuestos, quizá el de los ricos.

"La pregunta . . . es ¿les prestamos atención a los más pobres sólo durante las épocas económicas prósperas. . . o debiéramos luchar contra la pobreza cualesquiera que fueran las circunstancias, con o sin una crisis?"

Mientras tanto, él enfrenta una batalla cuesta arriba para mantener al PT en la carrera de las elecciones municipales de octubre. Una encuesta de finales del año pasado indicó que al 56 por ciento de los residentes de São Paulo le desagradaba su gobierno.

Haddad cita sus logros, como la renegociación de la deuda de la ciudad y la apertura de una contraloría en la ciudad para luchar contra la corrupción, recuperando cerca de R$300 millones en pagos irregulares hechos por las administraciones anteriores, lo suficiente como para construir otras tres redes de carriles para bicicletas.

Él dice que la elección parece difícil en parte debido a las "mentiras" que constantemente se dicen acerca de él, como por ejemplo la de que su familia posee una fábrica de pintura roja (el color de los carriles para bicicletas de la ciudad).

"No puedes prohibir las mentiras", bromea él.

Al preguntarle si algún día intentaría ayudar a resucitar al PT convirtiéndose en su candidato presidencial, él dijo: "Tengo una elección en cuatro meses que va a ser un difícil camino cuesta arriba. Así es que ésta es una pregunta que ni siquiera me ha pasado por la mente".

(c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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