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Los arrecifes de Maragogi pintan el agua de tonos verdes y azules
21/11/2013 - 12h35
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GUSTAVO SIMON
DE SÃO PAULO
Liso y calmo. Así es el mar de Maragogi, al norte del estado de Alagoas, a unos 130 kilómetros de la capital, Maceió. Y ese mar está compuesto también por una variedad rara de tonalidades azules y verdes, producto de los arrecifes que, a seis kilómetros de la costa, protegen el litoral del lugar.
Protegen y además forman un puñado de piscinas naturales que le dieron fama a la ciudad de 30.000 habitantes, que forman parte de la llamada Costa de los Corales, una región que es también la mayor área de conservación marina del país.
Es justamente hacia las piscinas naturales (Galés, la más famosa, Taocas, Barra Grande y Berreira de Peroba) que se dirigen, todos los días, decenas de catamaranes con turistas.
Por cerca de 26 dólares (el valor varía dependiendo de quién coordina el paseo, la mayoría de los hoteles y posadas los organizan) se pueden pasar dos horas paseando por el mar y explorar la exhuberancia de la fauna sobre una agua cristalina. Los catamaranes no parten todos los días, para eso es necesario que la marea alcance 0,7 metros.
En la mayoría de las aguas, lisas, máscaras y snorkel alcanzan para practicar esa placentera actividad (el alquiler cuesta 4 dólares). También es posible alquilar cilindros de oxígeno para practicar buceo y poder ver más peces aún.
Si no hay marea, para conocer las piscinas se le puede pedir al comandante del catamarán que navegue cerca de la orilla. O, directamente, es posible disfrutar de ellas en tierra.
Es difícil cansarse de estas playas ya que hay más de una docena para conocer y, para llegar hasta ellas, la mejor forma de hacerlo es en buggy, casi el vehículo oficial de la zona.
Por 88 dólares (para cuatro personas) se puede cruzar hacia las playas de la ciudad vecina de Japaratinga, como Bitingui y São Bento, donde también es posible caminar 500 metros mar adentro, cuando hay marea baja, hacia las playas que quedan más al norte.
Muchas veces, quienes van a Maragogi, al lado de Guarapari (Espíritu Santo), único destino brasileño que figura en un ránking entre los 100 mejores dentro de una relación costo-beneficio del sitio alemán de búsqueda de hoteles Trivago, no salen de los hoteles: los principales, como Salinas y Grand Oca son megaresorts.
Vale la pena tomarse un tiempo entre las comidas, que están todas incluidas, y pasear por la región. Ya sea para visitar las ciudades vecinas, como la agitada São Miguel dos Milagres o la tranquila Porto de Pedras, o para conocer el centro local.
Por allí, las mejores atracciones son la feria de artesanos que se monta todas las tardes en la peatonal y la muy concurrida playa de São Bento, donde se concentran las fábricas familiares de "bolo de goma", un dulce pequeño hecho de masa de harina azucarada; es inevitable entrar en alguna de ellas para entender cómo las mujeres moldean la masa con la tijera para formar conchas de mar.
No se trata de una experiencia lujosa, pero no existe persona que no salga de ahí sin una bolsa de galletas calentitas (500 gramos por cuatro dólares).
El periodista GUSTAVO SIMON viajó invitado por la Secretaría de Turismo de Maragogi.
Traducido por NATALIA FABENI