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Publicado en 11/04/2016

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En Pernambuco, un accidente dio origen a un paraíso de aguas cálidas y cristalinas

23/01/2017 - 16h32

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KLEBER NUNES
COLABORACIÓN PARA FOLHA, EN RECIFE

Paraíso aislado y casi intacto, el Lago Azul (Lagoa Azul en portugués) es la novedad del verano en Pernambuco.

Abierto al público hace poco más de un año, el local, que se encuentra en Jaboatão de los Guararapes (a 33km de Recife), ha atraído tanto a turistas que buscan tranquilidad como a aquellos que prefieren la adrenalina.

Quien ve el lago, de aguas templadas y rodeado por una pared rocosa de 50 metros de altura, no imagina que aquel escenario propio de una postal surgió a partir de un accidente.

Hace más de 30 años, aquel lugar era una cantera. Durante la perforación para la extracción de minerales, las máquinas alcanzaron el nivel freático, haciendo que el agua subiese a la superficie.

El yacimiento, de cerca de 120 metro de diámetro y 22 metros de profundidad, se tornó el ambiente ideal para quien quiere descansar con la familia en medio de la floresta.

Leo Caldas/Folhapress
Lago Azul, Jaboatao dos Guararapes, PE - Pernambuco
Lago Azul, Jaboatao dos Guararapes, PE - Pernambuco

Por ser un área privada, para acceder al Lago Azul es necesario pagar US$ 3 (R$ 10).

El lugar abre los sábados y domingos, pero en enero funciona también los días útiles. Está prohibido llevar alimentos y bebidas pero en el Lago hay un pequeño bar y algunos quioscos, en los que se pueden comprar cervezas, refrescos y tentempiés.

Los fines de semana, además de poder nadar, el visitante puede practicar deportes radicales como tirolina, rapel y bungee jump.

El acceso al Lago Azul es la reclamación más común entre los visitantes. Folha recorrió el trayecto de más de 30 km, saliendo de Recife.

Buena parte del recorrido fue por la carretera PE-17. La vía no está señalizada y en algunos trechos el arcén no existe. Por último, al Lago se llega atravesando una comunidad en la que no hay asfalto.

Traducido por AZAHARA MARTÍN

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