Con micrófono y tocado de plumas, indios montan una 'farmacia natural' en la plaza de la Sé

Los sacos repletos de hojas secas usadas en los compuestos preparados allí mismo disputan espacio con las botellas cerradas de "fortificantes"

Mariana Zylberkan
São Paulo

"Este es el ombligo de São Paulo", dice Macsuara Kadiwéu, de 60 años, ante la estatua del padre José de Anchieta, en la plaza de la Sé.

A pesar de que el monumento enfatiza la figura del jesuita, Kadiwéu se detiene en la historia del indio Tibiriçá, retratado en bronce en la parte posterior, y explica la simbología del lugar: "Este lugar también forma parte de la historia del indio".

Y esta es la razón, según explica, por la que eligió instalar allí su puesto de plantas medicinales, cerca de los restos mortales de Tibiriçá, enterrados en la cripta de la catedral de la Sé.

Macsuara, integrante de la tribu cadusa, localizada en la frontera de Mato Grosso do Sul con Paraguay, cuenta que recorre el país desde hace más de 40 años para difundir los beneficios de la medicina indígena, basada en el uso de plantas.

En su actual paso por la capital paulista, que ya dura un mes, ha trabajado de forma itinerante con los sobrinos Kainá, de 35 años, y Jander Terena, de 43 años. En diciembre, la familia dejará la plaza para recorrer otros municipios paulistas.
 

Indígenas montan un "museo de hierbas" en la plaza de Sede para vender botellas y hierbas medicinales - Folhapress

Con un micrófono acoplado al cuello de la camiseta y un tocado de plumas en la cabeza, los hermanos se turnan para explicar el origen de algunas enfermedades y las plantas más indicadas para tratarlas. La enseñanza se transmite por altavoces y atrae a curiosos de la zona.

Los sacos repletos de hojas secas usadas en los compuestos preparados allí mismo disputan espacio con las botellas cerradas de "fortificantes". Y entre los vidrios se destaca el "súper té disminuye barriga".

Además de los hermanos de la etnia Terena, otros indígenas también se turnan para asumir el micrófono, sin descanso, de la mañana a la tarde. "No basta preguntar para qué sirve y cuánto cuesta, para saber si una mujer es buena, tienes que irte a la cama con ella", provoca a la audiencia uno de ellos,  mientras coloca una mezcla de hierbas en una especie de mortero, que llama "licuadora de indio".

El dinero recaudado con las ventas, dice Macsuara, es usado para mantener a la familia hospedada en la ciudad y para la compra víveres para la aldea de Mato Grosso do Sul, que cuenta con cerca de 2.000 habitantes.

A pesar de estar instalados en la plaza de la Sé, donde robos y hurtos son frecuentes, aseguran que, en el poco más de un mes que llevan allí, la carpa no ha sufrido ningún incidente de este tipo.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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