Las iglesias evangélicas de São Paulo tienen en su base una mayoría de mujeres negras, en familias con ingresos de hasta tres salarios mínimos. Esa es la cara del creyente medio en una ciudad donde el 71% del segmento frecuenta templos de pequeño tamaño, que albergan hasta 200 personas y se multiplican en las periferias.

Un panorama que poco tiene que ver con el imaginario alimentado por quienes siguen a distancia la expansión evangélica en la ciudad. La tentación de asociarla a pastores ricos, casi siempre blancos y dueños de imperios religiosos, es fuerte, pero no refleja el retrato trazado por una investigación de Datafolha realizada entre el 24 y 28 de junio con 613 residentes de la capital paulista que se declaran parte de esta rama cristiana. El sondeo tiene un margen de error de cuatro puntos porcentuales.

Estamos hablando de una São Paulo donde una de cada cuatro personas es evangélica. Un bloque sobre todo femenino: ellas son el 58% entre los evangélicos y, según el Censo 2022, el 53% de la población local.

Los evangélicos negros del municipio, que suman mestizos y negros, son el 67% —en la media general estimada por el Censo, el bloque equivale al 43,5% de los paulistanos.

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