A punto de ser concluida, la represa de Belo Monte es criticada por expertos y afectados

Los cambios en el río comenzaron a finales de 2015, cuando la planta de Belo Monte partió en dos el río Xingú

Fabiano Maisonnave
Altamira

Los cambios en el río comenzaron a finales de 2015, cuando la planta de Belo Monte partió en dos el río Xingú. En Volta Grande, donde habitan jurunas y araras, el agua escasea. Sin embargo, decenas de kilómetros río arriba, las aguas de un embalse cubrieron casas y terrenos de cultivo. Ambas comunidades se adaptan a una nueva realidad con futuro incierto.

Uno de los impactos más temidos es la extinción de los peces endémicos de Volta Grande, que se diferencian del resto de especies del Xingú debido a las características que desarrollan para sobrevivir a los complejos rápidos y pedregales.

En una misiva reciente dirigida a Folha, el superintendente socioambiental y de asuntos indígenas de Norte Energía, José Hilário Portes, admitió que los estudios de los cambios en Volta do Río Grande "no son concluyentes", pero atribuyó la disminución de la especie acari-cebra al tráfico.

Isla del río Xingu, en Altamira, que fue inundada por la represa de Belo Monte - Folhapress

En respuesta a la declaración, Norte Energía afirmó, vía asesoría de prensa, que las condiciones ecológicas de Volta Grande están aseguradas por medio del "hidrograma de consenso".

Se trata de un cálculo hidrológico a través del cual se establecieron las cantidades mínimas de caudal para mantener el equilibrio socioambiental en la región e incluye la preservación de la fauna y la garantía del modo de vida tradicional de la población.

"La vida cambió, ha cambiado todo, y yo veo que nada compensa, ni coche ni camioneta ni micro-bus ni casa ni estructura de escuela de calidad", dice la líder Bel Juruna, de 31 años, sobre las mejoras pagadas por Norte Energía.

"Nada compensa lo que teníamos antes, que era la certeza de que el local ofrecía condiciones de vida. Hoy en día, tenemos todo esto, no obstante, no tenemos lo más importante, la seguridad de permanecer aquí".

En total, esperan su reasentamiento cerca de 270 familias de ribereños que anteriormente habitaban en las islas y el alero que acabaron engullidos por las aguas.

Uno de los principales líderes, el pescador Leonardo Batista, el Aranor, de 59 años, fue uno de los desplazados. Como parte de su indemnización, Norte Energía le ofreció una casa en Altamira, actualmente, una de las ciudades más violentas del país.

"No respetaron los derechos de nadie", dice Aranor que está a la espera de que le adjudiquen su terreno. "Ellos querían que nos cansáramos, pero seguimos luchando".

"A pesar de las 24 acciones ya propuestas, entiendo que todavía no hemos podido medir el pasivo dejado por Belo Monte y no haber puesto en marcha medidas indispensables para la viabilidad de la construcción, como la protección de las tierras indígenas", afirma Thais Santi, fiscal de la República en Altamira.

"El coste socioambiental de la construcción fue transferido a los afectados. Necesitamos conocer el precio de la destrucción para saber cuánto realmente cuesta la energía producida en Belo Monte".

(Con Lalo de Almeida)

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA
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