El uso de retroexcavadoras en la minería en ríos del norte de Brasil aumenta la destrucción

Cientos de kilómetros río arriba, la imagen es de tierra devastada

Fabiano Maisonnave
Rio Tapajós (PA)

Desde hace 50 años, el marañense Luis Pinheiro, de 69 años, busca oro en la cuenca del río Tapajós. Pinheiro es una pieza más en el engranaje que mantiene desde hace décadas a Itaituba, una localidad de 101 mil habitantes del oeste de Pará.

Acostumbrado a pasar meses sin pisar la ciudad, el trabajador es tajante: "En Brasil, todo el mundo es minero". La actividad ha sufrido una revolución en los últimos años con la introducción de las PC (retroexcavadoras hidráulicas), máquinas con un poder de destrucción mucho mayor que los métodos usados anteriormente. 

"Después de la deforestación ilegal, la minería de pequeña escala es el mayor vector de destrucción de la Amazonia, es destrucción ambiental, social y moral, es el crimen organizado que se apropia de las riquezas brasileñas", afirma el director de Protección Ambiental del Ibama, Luciano Evaristo.  

El estrago ocurre principalmente en los afluentes del río Tapajós, uno de los símbolos más conocidos de la Amazonia debido a las playas de arena blanca y las aguas azules de Alter do Chão, que atraen todos los años a miles de turistas. 
 

Confluencia de las aguas contaminadas por el garimpo del Río Rato con el río Tapajós - Folhapress

Sin embargo, cientos de kilómetros río arriba, la imagen es de tierra devastada. A lo largo de los ríos Rato, Crepori y de las Tropas, cientos de retroexcavadoras hidráulicas se dedican a cavar profundos agujeros a lo largo de los márgenes. Arrancan la mata ciliar y depositan toneladas de tierra en el lecho llegando a alterar los cursos de agua.

Un informe redactado en febrero por la Ufopa (Universidad Federal del Oeste de Pará) muestra que, en la desembocadura, el río Rato transporta 49,6 miligramos / litro (mg / l) de sólidos en suspensión. Después de recibir el agua fangosa del Rato, el promedio del Tapajós pasa de 25 mg / l a 27,8 mg / l, contribuyendo a la sedimentación de uno de los mayores ríos de la Amazonia. 

Además de las PCs, las dragas, grandes balsas flotantes, también tienen contribuyen a la devastación del Tapajós. Succionan la arena del fondo del río en busca de oro, y la van depositando creando grandes bancos de grava y tierra en medio del río y en sus márgenes.

Para los mundurucus, habitantes de las márgenes del Tapajós, los cambios son más que visibles.  

"Antes, el agua era muy azul, bien limpia, hoy en día, tiene un color diferente, medio amarillento. Ya no se pescan peces con arpón porque no se ve nada", dice el cacique Juárez Saw Munduruku, de 58 años, que está en contra de los mineros. 

Para mantener a decenas de miles de personas, la explotación se ha desarrollado con una voracidad incontrolable. Con la ayuda de la PC, se abrieron 3.717 yacimientos en la región del Tapajós desde 2014, según un estudio del Ibama a partir de imágenes de satélite. 

El alcalde de Itaituba, Valmir Climaco (MDB), es uno de los principales defensores de la actividad. Climaco asegura que, después de la explotación en un determinado lugar, la naturaleza se regenera enseguida. 

"Los que dicen que la minería destruye no dice la verdad", dice Climaco, que emigró de Ceará en los años 1970.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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