Exrefugiada de Río de Janeiro escapa de tragedia de derrumbe por apenas 10 metros y convierte su casa en albergue

Los deslizamientos de tierra en Niteroi se han cobrado la vida de 15 personas y 11 han sido rescatadas de los escombros con vida

Sérgio Rangel
Rio de Janeiro

Ella perdió la casa aún adolescente, en 1988, cuando una roca abrió un cráter  donde vivía en lo alto de una favela en la Tijuca, en la zona norte de Río. Hace cerca de tres años, la auxiliar de enfermería volvió a perder su hogar. Esta vez, fue indemnizada por tener su casa donde se construiría un nuevo túnel en la ciudad vecina a Río.

La madrugada del sábado (10), Dilma Ferreira, de 46 años, se despertó con el estruendo de "decenas de transformadores explotando al mismo tiempo". Al abrir la ventana, sólo veía oscuridad y el polvo que levantó una inmensa piedra al aplastar siete modestas casas en el Morro de la Buena Esperanza, en Pendotiba, en  el municipio de Niteroi.

Dilma abrió la puerta y corrió hacia la estrecha calle Carlos Chagas, la principal de la comunidad. La montaña de escombros provocado por un alud de tierra  paró a menos de diez metros de su casa, que compró hace siete meses con el dinero de la indemnización de la residencia condenada por estar en el área por donde pasaría el túnel.

La auxiliar de enfermería Dilma Ferreira, 46 - Sérgio Rangel/Folhapress

"Fue una algo horrible, sólo oía a las personas que estaban bajo tierra gritando y pidiendo ayuda", recuerda la auxiliar de enfermería sentada frente a la puerta del garaje de su casa a primera hora de la tarde del lunes (12).

Hasta ahora, los deslizamientos de tierra en Niteroi se han cobrado la vida de 15 personas y 11 han sido rescatadas de los escombros con vida.

La casa de Dilma se ha convertido en el centro de apoyo de los funcionarios de los organismos estatales y municipales que trabajan en la tragedia.

Desde que el día que el alud se llevó por delante parte de su vecindario,  admite que sólo ha dormido tres horas y ha mandado a sus hijos y nietos a casa de familiares con la intención de tener más espacio para recibir donaciones y al personal que trabaja en los escombros.

"No pegué ojo, sólo dormí tres horas esta noche".

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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