Jair Bolsonaro concedió al líder opositor Juan Guaidó un trato parecido al que se ofrece a jefes de Estado que hacen visitas oficiales al país, lo que no agradó a militares del Palacio el Planalto.
Para sectores de la cúpula uniformada del nuevo gobierno, el encuentro debería haber sido un evento discreto, como fue planeado inicialmente.
Para no crear una incómoda situación diplomática, la idea era que el venezolano, pasase por la sede administrativa de la Presidencia de la República, entrase y saliese por la entrada privada, no hiciera un pronunciamiento y no concediera una entrevista a la prensa brasileña dentro del edificio.
Su aparición pública tendría lugar en el Ministerio de Relaciones Exteriores, con el canciller Ernesto Araújo y sin la presencia de Bolsonaro. A última hora, sin embargo, el mandatario cambió el plan de la visita. El venezolano ofreció, al lado del brasileño, un pronunciamiento en el salón este del Palacio del Planalto, local normalmente reservado para visitas oficiales de presidentes extranjeros en pleno ejercicio del cargo.
Para militares del Gobierno, un encuentro discreto entre Bolsonaro y Guaidó sería lo más adecuado ante la delicada situación de Brasil y Venezuela. El temor es que la cálida recepción pueda parecer una provocación al dictador Nicolás Maduro, perjudicando así la actuación del gobierno brasileño para calmar la tensión entre los dos países.
Siguiendo la recomendación en tiempos de conflicto, el presidente tendría que guardar silencio y no aparecer públicamente al lado del venezolano.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA
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