El presidente Jair Bolsonaro se dirigió el lunes (7) a la nación a través de la radio y la televisión, con motivo del Día de la Independencia de Brasil. Durante su intervención defendió la democracia, pero volvió a dedicar palabras elogiosas al golpe de 1964 que dio comienzo a la dictadura militar. Durante el pronunciamiento, se escucharon cacerolazos contra el presidente en capitales como São Paulo, Río y Brasilia.
"En la década de 1960, cuando la sombra del comunismo nos amenazaba, millones de brasileños, identificados con los anhelos nacionales de preservación de las instituciones democráticas, salieron a las calles contra un país tomado por la radicalización ideológica, las huelgas, el desorden social y la corrupción generalizada", dijo el presidente.
No obstante, en el mismo su discurso, el presidente declaró que estaba comprometido con los valores constitucionales y la democracia.
“En el momento en que celebramos esta fecha tan especial, reitero, como Presidente de la República, mi amor por el país y mi compromiso con la Constitución y la preservación de la soberanía, la democracia y la libertad, valores a los que nuestro país nunca renunciará”.
Bolsonaro adoptó un tono nacionalista, ensalzando la evolución del pueblo brasileño y los logros militares. En su discurso, recuperó una visión histórica idealizada, que hoy recibe muchas críticas y es considerada anticuada por los estudiosos. Esta teoría exalta el mestizaje ocurrido en Brasil, como si se hubiera desarrollado de manera armónica, sin conflictos y reconociendo a todos los pueblos.
“Se asimilaron y respetaron religiones, creencias, comportamientos y puntos de vista”, aseguró el mandatario, ignorando, entre otros hechos, la evangelización de los indígenas.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA