Todos los días, al menos dos niños y adolescentes son asesinados por la policía en Brasil.
Algunos consiguen ocupar páginas y portadas de periódicos, como el niño João Pedro Mattos, de 14 años, que murió en su casa en São Gonçalo, en la Baixada Fluminense, en mayo; la niña Ágatha Félix, de 8 años, asesinada en el Complexo do Alemão, en el norte de Río de Janeiro, en septiembre del año pasado; o el niño Kauan Alves, de 16 años, con un tiro en el rostro la mañana de la pasada Navidad durante una operación de la Policía Militar de São Paulo que tenía como objetivo reprimir un baile funk en el barrio de Jabaquara, al sur de la capital.
Entre 2017 y 2019, la policía mató al menos a 2.215 niños y adolescentes en el país. El número de muertes ha ido en aumento. En 2017, representaron el 5% del total de muertes violentas de este grupo de edad. El año pasado este porcentaje era del 16%.
La información fue proporcionada por el Foro Brasileño de Seguridad Pública a Folha, no obstante, hay que considerar que están inlcuidos los datos de las unidades de la federación que poseían el registro de edad de las víctimas en los tres años analizados.
El análisis clasificó como niños y adolescentes las víctimas entre 0 y 19 años, siguiendo la recomendación de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) y de la OMS (Organización Mundial de la Salud).
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA