Para evitar una escalada en la peor crisis militar desde 1977, el presidente Jair Bolsonaro optó por escoger a los oficiales generales de las Fuerzas Armadas siguiendo el criterio de perfiles complementarios y respetando la antigüedad exigida por los militares.
Mientras sufre las secuelas del terremoto que derribó a la cúpula militar brasileña, Bolsonaro se decantó por una postura salomónica.
Nominó a un militar criticado por el Planalto para liderar el Ejército, el general Paulo Sérgio Nogueira de Oliveira. Para la Marina fue elegido el almirante Almir Garnier, cercano a la anterior gestión de Defensa pero visto como un bolsonarista moderado. Ya para la Fuerza Aérea, el escogido fue Carlos Almeida Baptista Jr., próximo al bolsonarismo.
El movimiento, coordinado por el nuevo ministro de Defensa, el general Walter Braga Netto, buscaba apaciguar las tensiones tras la traumática intervención del Gobierno en las Fuerzas Armadas.
Y es que dos días antes, Bolsonaro destituyó sumariamente al ministro de Defensa, el general Fernando Azevedo, porque sus ideas intervencionistas e incluso golpistas no encontraban el apoyo que le gustaría entre los uniformados.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA