Científicos identifican un nuevo parásito que ha infectado a más de 100 personas en el noreste de Brasil

Las características de la enfermedad se asemejan a la leishmaniasis visceral

Un parásito microscópico que aún no ha sido identificado por la ciencia ha infectado a más de cien personas en el noreste de Brasil, causando daños graves en el hígado, el bazo y la piel, y matando al menos a uno de estos pacientes.

Las características de la enfermedad se asemejan a la leishmaniasis visceral, una enfermedad endémica en la región, generalmente causada por el protozoo Leishmania infantum. Pero el análisis del ADN del microorganismo ha revelado que es un nuevo parásito cuyos parientes cercanos generalmente infectan solo a insectos.

Nuevo parásito - Divulgação

Los datos acaban de ser publicados por científicos de la UFSCar (Universidad Federal de São Carlos), Universidad Federal de Sergipe y USP Ribeirão Preto, en la revista Emerging Infectious Diseases.

Los datos genómicos concluyen una historia que comenzó en 2010, cuando Roque Pacheco Almeida, del Departamento de Medicina de la Universidad Federal de Sergipe, tuvo el primer contacto con el paciente que, después de tres intentos de tratamiento, finalmente acabó muriendo.

El equipo todavía no sabe cómo el microbio  infectó a los 141 pacientes que han sido registrados hasta ahora (el número real de los afectados puede, por supuesto, ser mucho mayor). En un reciente estudio publicado, se detallan los resultados sobre el paciente que murió víctima de la nueva enfermedad.

La leishmaniasis la transmite el llamado mosquito de la paja o mosca de arena. Sin embargo, los primos más cercanos del nuevo parásito, que pertenecen al género Crithidia, generalmente están presentes en el organismo de los anofelinos (los transmisores de la malaria) y los mosquitos Culex, como el mosquito común.

La bióloga de UFSCar Sandra Maruyama, una de las autoras del estudio explica: "estudiar este protozoo puede ser una herramienta importante para comprender cómo ocurre el salto".

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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