Un grupo de 36 grandes empresas se unió la última semana para expresar su preocupación por el deterioro de la imagen de Brasil en el extranjero. La actitud refleja la creciente presión que sienten de los inversores foráneos y socios comerciales sobre el tema ambiental.
De hecho, ya sufren el boicot a los productos brasileños y los presidentes de grandes empresas advierten del desplome de las aportaciones recibidas este año, información presentada por empresarios al vicepresidente Hamilton Mourão, jefe del Consejo de la Amazonia, durante una reunión el viernes (10).
Las exigencias ambientales no son algo nuevo para las compañías brasileñas, pero un componente aumenta la presión y el tono de las negociaciones, según los expertos: la política ambiental del gobierno de Jair Bolsonaro. En particular, los datos sobre deforestación e incendios en la Amazonia, que reverberaron más allá de las fronteras.
"Cuestionan tanto de clientes como los inversores", dice Marcelo Bacci, director de Suzano. "Estamos a punto de perder un acuerdo con la Unión Europea debido a una mala gestión medioambiental. Es un daño sin dimensiones", dice Pedro Passos, de Natura.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA