El primer FLIP de la era Bolsonaro estuvo marcado por el éxito de negros y la rabia convertida en fiesta

Durante el evento, Paraty se convirtió en una burbuja progresista

Paraty (RJ)

Un discurso resume el ambiente general del Festival Literario Internacional de Paraty, el Flip, un evento profundamente político que concluyó este fin de semana. El escritor y músico angoleño Kalaf Epalanga recordó a las masas de inmigrantes negros condenados al subempleo en Europa que, en las noches africanas en el viejo continente, visten sus mejores ropas y rescatan su dignidad. El artista abogaba por la salvación a través de la fiesta pero sin distancia alguna de la realidad.

Paraty durante el FLIP. (Foto: Mathilde Missioneiro/Folhapress) - Folhapress

Su compatriota francés, el ruandés Gaël Faye, hizo lo mismo al relatar su encuentro con el rap, un arte de los pobres, dijo, en el cual incluso aquellos que solo saben pintar las paredes pueden participar. Junto a  él, que también es escritor,  se presentó en el Flip un representante de la cultura del hip-hop.

El encuentro de los dos artistas, fue uno de los más vendidos del evento en esta edición, algo emblemático por dos razones. Primero, porque los autores negros fueron los protagonistas de los mejores debates de la edición, consolidando un camino de diversidad abierto hace dos años, con el homenaje a Lima Barreto. El auditorio principal contó con 8,628 asistentes, 19% más que el año pasado.

El segundo punto es que, en lugar de simplemente aumentar la temperatura política hasta la ebullición, lo que sucedió es que el festival trajo una indignación festiva. La euforia de la audiencia ante el slam, el concurso de poesía dirigido por Roberta Estrela D'Alva, fue uno de los grandes éxitos del Flip. Los versos de los poetas de varios países contenían tensión militante, sin embargo, también tiraban del buen humor.

La política, con una visión general a la izquierda, dominó los espacios dentro y fuera de la carpa principal. Bajo este precepto, el Flip no solo consolida la existencia de un Brasil paralelo, sino también de un Paraty paralelo: los espacios de la feria no parecían encontrarse en la misma ciudad que otorgó el 70% de sus votos válidos al Presidente Jair Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones del año pasado.

Basta con mirar la protesta contra la intervención del periodista Glenn Greenwald en el barco de Flipei, parte de la programación paralela del evento. Miles de simpatizantes del fundador del medio digital The Intercept se concentraron al lado del canal donde el periodista impartió una conferencia. Al otro lado del río, un pequeño grupo de bolsonaristas soltaban petardos y bengalas y se esforzaban por interrumpir e impedir que el discurso de Greenwald se escuchara.

En declaraciones a periodistas durante la clausura del festival literario, la comisaria del evento, Fernanda Diamant, vertió críticas a la manifestación bolsonarista.

"La protesta afirmativa es bienvenida. Creo que no se puede silenciar al otro, intentar impedir que el otro hable, eso es lo que sucedió. Hicieron ruido para que no se escuchara", dijo.

Incluso ante la hegemonía bolsonarista en la ciudad de Río de Janeiro, los asistentes se encontraban en un lugar seguro para plantear causas de izquierda o incluso subir al escenario con pancartas en las que se leía "Lula libre", como hicieron Ava Rocha y José Celso Martínez Corrêa, sin ser abucheados o recibiendo tímidas protestas

Consultada sobre este asunto, Diamant aseguró que no había planeado un giro a la izquierda. Mencionó la presencia de la escritora venezolana Karina Sainz Borgo, crítica del régimen del dictador Nicolás Maduro, y del historiador José Murilo de Carvalho, "un autor que no es considerado de izquierda". También hizo hincapié en que las manifestaciones a veces partieron de los autores y otra de la audiencia.

El himno nacional fue algo emblemático en este enfrentamiento. Este símbolo patriótico abrazado por bolsonaristas sonó dos veces durante todo el Flip. Primero, en la bien recibida presentación realizada por la compañía Teatro Oficina durante la apertura del evento, el miércoles pasado y cuya actuación terminó al ritmo de una versión de João Gilberto.

La segunda vez tuvo lugar durante la protesta contra Glenn Greenwald. En esta ocasión el himno sonó al ritmo del funk. Es decir, la izquierda optó por la versión bossa nova, estilo  que se asocia a las elites, mientras que la derecha escogió un género popular.

Aún como marcas de la presencia negra, la multiartista portuguesa Grada Kilomba fue la autora del libro más vendido de esta edición. Otro punto a destacar fue el autor nigeriano Ayòbámi Adébáyò.

En un Flip sin grandes nombres internacionales, como antes era común en el evento, los extranjeros más esperados no cumplieron con las expectativas. Fue el caso de la estadounidense Kristen Roupenian, del cuento viral "Cat Person", que se centró principalmente en su proceso creativo, que acabó ofreciendo una mesa fría junto a la canadiense Sheila Heti.

Curiosamente, el protagonismo de los negros estaba en un Flip que honraba a Euclides da Cunha, quien en "Os Sertões" utilizó varias teorías racistas en boga en el Brasil de fines del siglo XIX. No obstante, al mismo tiempo que buscó el sesgo político de la obra, la programación la abordó de forma crítica.

Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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