Opinión: Tite, por propia elección, se convirtió en rehén de Neymar

Los jóvenes estadounidenses aprendieron que tienen que comer mucho maní para enfrentar a los mimados brasileños

(Por Juca Kfouri)

Es una tontería preguntar de qué sirven los amistosos como el que se jugó contra Estados Unidos y El Salvador. Por supuesto que sirven para entrenar a la selección brasileña, para engordar las arcas de la rica CBF, aunque no haya dinero para implantar el VAR, y para parar las lamentaciones en Brasil, pero sirven, sobre todo, para mostrar cómo la Casa Bandida es incapaz de obedecer el calendario mundial del fútbol al desprestigiar y debilitar su propio campeonato.

Para soberano, Brasil.

No obedece a la ONU ni obedece a la FIFA.

El partido contra Estados Unidos sirvió, también, para revelar cómo Tite, por elección propia, se convirtió en rehén de Neymar.

 El popstar se presentó en la Selección vestido como si fuera banana y, al convertirse en capitán del equipo, además de ridiculizar a sus nuevos compañeros con bromas en las redes antisociales típicas de niños, dejó al técnico a la altura de la fruta que usó como ropa.

Pero a nadie le importa la indumentaria de nuestro crack que consiguió convertirse en hazmerreír internacional por su participación en el Mundial de Rusia.

Ni siquiera importa el hecho de que prefiere, según dice, guardar silencio al ser criticado, aunque se le olvide durante un anuncio de lámina de afeitar, porque la cara puede ser dura, pero el bolsillo es de oro.

 ¿Y el partido?

El partido demostró cómo los jóvenes sobrinos del Tío Sam fueron impotentes ante los experimentados sobrinos del capitán.

Aun sin acudir al Mundial, los estadounidenses fueron castigados por los brasileños.

El 2 a 0 fue un resultado modesto para lo que se esperaba de la selección canariña, que ocupa el tercer lugar en el ranking de la FIFA, sin embargo, fue suficiente para que los jóvenes estadounidenses aprendieran que tienen que comer mucho maní para enfrentar a los mimados brasileños, aunque sea en un choque que poco sirvió para probar quiénes son.
 

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Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA

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