En una casa sobre estacas de madera, a la orilla de un río en Curralinho, en el interior de Pará, reside Maria do Espírito Santo, de 42 años, cuya dieta tiene el pescado como alimento principal. Cogido en las proximidades, es el único alimento garantizado en el plato de su familia.
Y es que con la pandemia, ha visto cómo paulatinamente se reducía su menú, ya de por sí escaso. Del arroz, los frijoles y la carne, apenas quedó el arroz y no siempre puede comprarlo.
Su familia se encuentra entre el 59,3% de los brasileños -125,6 millones- que no han comido la cantidad y la calidad ideales desde la llegada del nuevo coronavirus al país. Los datos se desprenden del estudio “Efectos de la pandemia en la alimentación y en la seguridad alimentaria en Brasil”, coordinada por el Grupo de Investigación Food for Justice.
El estudio midió los niveles de inseguridad alimentaria en todo el territorio nacional. Según el informe, el 44% de los brasileños dejaron de comer carne durante la pandemia. Entre los alimentos saludables, este fue el que sufrió mayor reducción de consumo. En segundo lugar, las frutas, con un 41%. La población también redujo la ingesta de verduras a un 37%.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA