Desde diciembre, la ama de casa Karine Alcântara Silveira, de 41 años, vive con su hijo Fernando, de 15 años, bajo una carpa de lona en la favela de Penha Brasil. La ocupación de vivienda surgió el pasado mes en Vila Dionísia, distrito de Cachoeirinha, en el norte de São Paulo.
Hasta entonces, el dinero que Karine recibía del Ayuntamiento de São Paulo pagaba el alquiler de una casa, pero la ayuda fue suspendido. Afectados por la pandemia con la pérdida de ingresos y sin poder pagar la renta, a estos vecinos les quedaba buscar un lugar en alguna favela o unirse a un grupo para ocupar descampados en las ciudades.
Cálculos del Observatorio de Mudanzas apuntan que hay al menos cinco nuevas ocupaciones que surgieron en la región metropolitana durante la pandemia con estas características.
En estas nuevas comunidades, la gente se reúne en pequeños cuartos, construidos con pedazos de madera recogidos de la basura o de los comercios, además de cartones y otros materiales que se utilizan para demarcar el hogar de cada uno. Los servicios de agua y electricidad no suelen llegar a estos lugares. Para ello cuentan con la ayuda de vecinos y familiares.
Larissa Lacerda, investigadora de LabCidade, ve dificultades en estudiar la demanda y las nuevas ocupaciones debido a la falta de datos. “Investigaciones como el Censo, realizado por el IBGE y cancelado este año por el Gobierno Federal, podría ofrecernos este dato o algo similar”, explica.
Las ocupaciones se pueden formar y eliminar en un período muy corto, señala, y en ocasiones ni siquiera llega a conocimiento de los investigadores en el campo.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA