Olimpiada Rio 2016

La gloria olímpica atrae a chicos de la calle en Brasil

Las favelas son la fuente de algunos de los talentos deportivos más brillantes

A sólo una cuadra de la carretera que conduce al aeropuerto internacional de Río de Janeiro, concurrido por turistas extranjeros, atletas y "personas importantes" durante los Juegos Olímpicos de 2016, se encuentra un niño sentado abrazando a una ametralladora.

Forma parte de un grupo de jóvenes que están protegiendo la frontera entre su pandilla y un grupo rival en el complejo de favelas Complexo da Maré, uno de los barrios desfavorecidos más peligrosos de esta ciudad sudamericana. Los visitantes no deseados pueden ser recibidos con una lluvia de balas.

Sólo unos días después del comienzo de los Juegos Olímpicos, un miembro de la Força Nacional, un grupo paramilitar de la policía, fue fatalmente herido aquí después de que él y unos colegas se perdieron mientras conducían por la ciudad y entraron por error a la favela.

"No se pongan los cinturones de seguridad en las favelas", dice Luke Dowdney, el empresario social británico que fundó Lucha por la Paz, un proyecto en Maré que usa el boxeo y las artes marciales para ayudar a que los niños desarrollen disciplina y autoestima.

Un cinturón de seguridad podría impedir una salida rápida del automóvil en caso de que comenzara un tiroteo. "Nos cierran un promedio de cinco a seis veces al año debido a disparos en la calle".

Maré y otras comunidades conflictivas de bajos ingresos en Brasil frecuentemente aparecen en los titulares por sus problemas con la violencia y las drogas. No obstante, a pesar de todos sus desafíos, también se han convertido en fuentes de algunos de los talentos deportivos más brillantes del país.

De las seis medallas de oro de Brasil, tres fueron ganadas por personas provenientes de favelas o comunidades de bajos ingresos, incluyendo a Robson Conceição por boxeo, Rafaela Silva por judo, y el saltador de pértiga Thiao Braz de Silva, un huérfano criado en una familia humilde.

Esto es sin contar una cuarta medalla de oro por fútbol, cuyos jugadores frecuentemente provienen de familias pobres. Dos de las medallas de plata de Brasil fueron ganadas por el piragüista Isaquias Queiroz dos Santos, un atleta criado en un hogar desfavorecido en el empobrecido noreste del país.

"La mayoría de los chicos en el boxeo han tenido una niñez dura en las favelas y usan su crianza como una fuente de motivación", dijo Roberto Custódio, quien se entrenó en Lucha por la Paz y es ahora miembro del equipo nacional de boxeo de Brasil.

Muchos de estos atletas fueron identificados a través de programas sociales como Lucha por la Paz. La organización no sólo les da entrenamiento físico a los niños sino también educación y apoyo.

Dowdney, quien también era un boxeador amateur, dijo que la idea de Lucha por la Paz se le ocurrió cuando estaba estudiando a los niños de la calle en Brasil en la década de 1990.

Lo único que podía persuadir a los adictos al pegamento a dejar de abusarlo, eran las lecciones de boxeo, dijo. "Ése fue un momento de inspiración", dijo. Financiado por donantes y su propia empresa de ropa deportiva, Luta -la cual vendió posteriormente a Reebok- también ha establecido clubes en Londres, Sudáfrica y Jamaica.

Solamente en Río, su centro entrena a dos mil personas jóvenes al año. También mantiene un programa para traficantes, ayudándoles a regresar a la escuela o a entrar en la fuerza laboral. Los niños que pasan por su programa tiene menos probabilidades de reincidir que aquellos que terminan en la cárcel, dice.

"Creemos que este tipo de programa debe convertirse en una política", añade. "Estos chicos tienen más en común con los niños soldados que con las pandillas . . . necesitamos rehabilitar a esos muchachos".

Lucha por La Paz ya tiene su propia vida. Uno de los estudiantes de Dowdney, Alan Duarte, está montando su propia versión en otra notoria favela, Complexo do Alemão. Las contiendas competitivas toman lugar en un ring de lucha con piso de tierra.

"Tengo amigos y familia que estaban involucrados en el tráfico de drogas", dice Duarte. "He perdido a personas cercanas que fueron asesinadas. Pero debido a que yo participé en el programa de Maré pude evitar caer en esa vida. Así que pensé, ¿por qué no traerlo aquí a Alemão?".

Los juegos han tenido poco efecto económico directo en las favelas, dice, ya que los boletos son inasequibles para la mayoría: los boletos más baratos cuestan US$40.

Pero eso no quiere decir que la gente no ha estado viendo las Olimpiadas por televisión. "Yo paso por los bares, las peluquerías y los juegos siempre están en la televisión. Todo el mundo está viendo las Olimpiadas y gritando como locos. Les encantaría estar ahí", dice Duarte.

Y dado que tantos de los atletas brasileños que están competiendo vienen de comunidades como las suyas, ese interés no es nada sorprendente.

(c) 2016 The Financial Times Ltd. All rights reserved

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