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Publicado en 11/04/2016

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El Gobierno teme que la inquietud de las calles afecte a la economía

01/07/2013 - 08h46

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VALDO CRUZ
DE BRASILIA
ANDRÉIA SADI
DEL PAINEL, EM BRASILIA

Tras la caída de su popularidad, la prioridad de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tiene que ser la de "bajar la temperatura" de las calles, recuperar la sensación de orden en el país y evitar que la economía, que ya ha sentido el impacto de las manifestaciones, sufra más daños y reduzca su crecimiento por debajo del 2% este año.

El análisis reservado lo han hecho asesores presidenciales. Para ellos, la encuesta de Datafolha, que mostró una caída de 21 puntos porcentuales en la tasa de intención de voto de la presidenta, indica "un sentimiento de falta de liderazgo y pulso" asociado a un mal momento de la economía.

El gobierno no puede ni pretende atropellar los movimientos de calle, pero necesita poner fin a las acciones de alborotadores y vándalos en el país.

En ese sentido, la valoración es que el gobierno todavía no mostró un "gesto fuerte de autoridad" y tiene que hacerlo en los próximos días. Según un asesor de la presidenta, ella tiene que ofrecer ayuda a los gobernadores. Y, en última instancia, accionar hasta al Ejército.

Los ministros han recibido llamadas de empresarios del comercio preocupados con los destrozos y saqueos a sus tiendas. Hubo hasta una petición para que el gobierno federal enviase tropas del Ejército. Según un asesor, los episodios violentos en las principales ciudades del país tienen dos efectos negativos sobre la economía.

Uno, de corto plazo, que afecta a las ventas, que ya se han resentido en las capitales y otro, de medio plazo, que asusta a los inversores que se preparan para disputar las licitaciones de carreteras y líneas ferroviarias en el segundo semestre.

El impacto económico negativo de las protestas encendió la seña amarilla en el Palacio de Planalto porque ocurre en un momento delicado, con el dólar en alza generando más presión inflacionaria.

La conjunción de esos dos factores ya ha hecho temer al gobierno que el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB, suma de las riquezas nacionales) se quede por debajo del 2% este año, cuando el gobierno esperaba que creciese próximo al 3%.

Traducido por MARÍA MARTÍN

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