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Publicado en 11/04/2016

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El diseñador top de Brasil, Alexandre Herchcovitch, piensa en pedir asilo político en otro país

08/07/2013 - 11h34

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CHICO FELITTI
DE SÃOPAULO

Alexandre Herchcovitch, 41, no sabe si amar Brasil o dejarlo. El estilista más importante del país estaba en una de las protestas que tomó puentes y autovías en São Paulo el 17 de junio. Herchcovitch está pensando en pedir asilo político a otro país. "Son ideas", que hace tiempo que se le pasan por la cabeza, dice cambiando de tema.

"No tengo ningún apego por São Paulo. Absorbí todo lo que la ciudad podía darme como influencia", dijo hace un año en una entrevista.

Aún así, salió a la calle con el pueblo paulistano. "Anduve como máximo un kilómetro, además de las dos horas en la concentración". A la mañana siguiente, su cuenta en Twitter causó un revuelo virtual. La fase publicada era: "¿Por qué no hay manifestaciones en el Norte y Noroeste? Es ahí donde eligen a los políticos corruptos".

El diseñador dijo que el mensaje vino de un hacker que invadió su perfil, ahora desactivado. "No quiero exponer más mi vida de esa forma."

Tal vez el distanciamiento de la identidad nacional sea uno de los ingredientes que lo llevaron a ser grande en la moda. "Él fue el primero en tener una dimensión internacional en el estilo. No es que fuese un estilo brasileño, porque no lo es. Es universal", dice la consultora de moda Costanza Pascolato.

Para ella, Alexandre podría hacer moda aquí o en cualquier lugar del mundo. Hasta porque su apellido pasa por el de un extranjero, aunque lo haya brasileñizado. Viene del original Herchcovic, de Polonia, donde también se lee como "rérchcoviti". La sección "Erramos" de Folha ya corrigió cuatro veces el nombre, con nueve consonantes para tres vocales.

LA MUSA PANTERA

Cuando comenzó a aparecer en la prensa, en los años 90, recibió el apodo del estilista de Márcia Pantera". Drag queen que reinaba en los infiernillos paulistanos, Pantera tiene hoy 43 años y continua en discotecas como Nostro Mondo, en la calle de la Consolação, donde Alexandre la conoció.

"Él dijo que yo le gustaba y que quería hacerme unas ropas. Pensé: '¡¿Es verdad que ese marica va a hacer ropa para mi?! '", recuerda Pantera. Pues me hizo un mono de encaje blanco. Y después otras 300 piezas, de las que solo me quedan 15.

"Pasé unos años perdida en la noche. Dejé de hablar con él. Tenía vergüenza de lo que estaba haciendo. Alê es súper estirado."

En su única tienda en São Paulo, en el barrio de Jardins, él cuenta que quiso crear un modelo para un travesti de casi dos metros de altura para "vestir una persona interesante, diferente de las amigas que usaban mi ropa". La conversación se interrumpe por un ruido que viene del piso de abajo. "¿Tienen que hablar tan alto?", pregunta en voz baja al coordinador de marketing de la marca, que baja a ver la razón del jaleo.

Al volver, Daniel Raad dice: "Es ella". "¿Ella quién?", pregunta el diseñador. Márcia Pantera en persona, que pasó a ver cómo va el vestuario del espectáculo de celebración de sus 25 años de carrera. El estilista no pide que su musa original suba a encontrarlo. Tampoco baja para recibirla.

Después de comenzar a vestir a Pantera, la clientela abundó y escaseó, cuenta la familia. "Era un no parar de prostitutas llamando aquí en casa", dice Regina Herchcovitch, 67, que cedió el salón del apartamento en el barrio de Sumaré, donde todavía vive, para montar el atelier de su primogénito.

La casa ya era de moda antes de eso. Doña Regina montó una confección de lencería, tras dejar su carrera en el banco. Su hijo se nutría de su stock. "Cuando hacía prendas de encaje, no era porque fuese un fetiche. Era el materia que tenía en casa", cuenta él.

Divulgação
Alexandre Herchcovitch y su padre en la serie de la HBO que protagonizan
Alexandre Herchcovitch y su padre en la serie de la HBO que protagonizan

"Estaba viendo el telediario y pasaba una prostituta frente a la televisión, entraba en mi habitación e iba a usar el espejo para ver cómo le quedaba la ropa", cuenta Benjamin Herchcovitch, 68, ingeniero, padre y actor. Benjamin actuó como padre de Alexandre en una serie de la HBO este año, en la que el hijo interpretaba... a un diseñador homosexual y judío.

PAGANDO BIEN...

Pero la idea no era vestir solo a criaturas de la noche. Alexandre quería estudiar fuera. Con 14 años, comenzó a juntar dinero vendiendo pañuelos, camisetas y mochilas. Aún siendo menor de edad, viajó a Nueva York y pidió una entrevista en la prestigiosa escuela de moda Fashion Institute of Technology, donde quería formarse.

"Dijeron que para ir ahí necesitaba estar en una facultad de aquí." Pasó por el curso de artes plásticas de la FAAP antes de descubrir que existía la graduación en moda en la facultad Santa Marcelina. Cambió de curso, pero salió un poco antes de terminar, cuando comenzó a conseguir grandes trabajos.

"Cuando estaba a punto de graduarme, Paulo Borges -el llamado padre de la moda brasileña- me llamó para hacer un desfile en el Phytoervas Fashion." Era 1994, y él fue uno de los tres costureros que estrenaron el evento que después se convertiría en la São Paulo Fashion Week.

Hace unos diez años ("o por ahí, no me acuerdo bien"), volvió a estudiar. "Pensé que no pasaría." Pasó, hizo la asignatura de lenguaje instrumental que le faltaba y se graduó.

La familia apoyó al diseñador, en la profesión y en decisiones personales. Los hijos aún adolescentes convencieron a su madre para hacerse un tatuaje. Los tres fueron juntos y cada uno se hizo un insecto en la mano. Al llegar a casa esperaban la furia del padre que no dijo nada. Hoy Benjamin tiene una calavera, parecida al símbolo de la marca, tatuada en cada brazo.

La progenitora y el hermano más joven, Arthur, comenzaron a trabajar para el estilista en 1994. Pero la familia fue apartada de la marca una vez que el conglomerado InBrands lo compró, en 2008, por un número de millones no revelado. "No lo esperaba. Yo había trabajado con Alê desde el comienzo", dice la madre. "Cambiaron muchas cosas en la empresa. Hoy, veo que no tenía por qué haber sido así", dice el diseñador, que llegó a tener un 30% de su marca antes de deshacerse de toda la propiedad que lleva su nombre.

Edson Lopes Jr./Folhapress
SAO PAULO FASHION WEEK. Colección de Verano 2014 de Alexandre Herchcovitch.
SAO PAULO FASHION WEEK. Colección de Verano 2014 de Alexandre Herchcovitch.

Alexandre Herchcovitch vende. Y también presta su nombre a productos de cama, mesa y baño. En 15 años, ya ha sido marca de mecheros, tiritas, gafas, cuadernos, mochilas, de skate y de celular. En total, su equipo produce 1.500 ítems por año, calcula. No sabe cuánto es ropa y cuanto es el resto. "Ya hice productos solo por dinero, está claro, no voy a mentir."

Pero no le convence cualquier propuesta. "Digo más veces 'no' que 'sí'", afirma. Y no tiene miedo de banalizar la marca. "Llegué a pensar que [el mercado] se saturaba, pero no paré." Aún sueña con crear azulejos, un auto y un hotel.

Licenciar significa dinero para la marca, y él tiene metas de facturación que batir. Y lo está consiguiendo. Tras cinco años como director creativo de la marca que lleva su nombre, su contrato llegó a su fin este año. Fue renovado. "Aprendí a negociar." Al comienzo, era la madre que agarraba el teléfono para decir el precio de las piezas a los clientes. "Yo sentía vergüenza y pedía menos. Hoy sé pedir. Sé mi valor".

EMPLEADO DE SI MISMO

Desde que se convirtió en empleado de su propio nombre, dice que trabaja menos. Llega a la oficia a las 8h. Almuerza al mediodía. A las cinco de la tarde, comienza a pensar: "¿Ya me puedo ir?" Se va y deja al equipo de siete personas, que usan el mismo bolígrafo que él, para que los diseños queden semejantes a los suyos.

"No es complicado ser jefe", garantiza.

Un ex subordinado cuenta que el silencio de ese jefe dice mucho. "Cuando le gusta algo, lo dice rápido, dice que es lindo. Si ha pasado un día y no ha respondido, puedes sentarte y recomenzar el trabajo, porque no está bien. Pero no te lo dirá explícitamente".

SIN DILMA

"Por favor, no cortes aquí abajo. ¿Y después, me arreglas las cejas?", pide el diseñador al barbero que poda su barba, en una sala privada del salón de Celso Kamura, en la calle de la Consolação. Los dos se conocieron en un concurso de Miss Travesti Brasil hace 20 años. Kamura, 54, se encarga de los peinados y el maquillaje de sus desfiles hasta hoy.

Marlene Bergamo - 18.ago.10/Folhapress
Celso Kamura maquilla a la presidenta Dilma Rousseff
Celso Kamura maquilla a la presidenta Dilma Rousseff

La pareja fue ascendida 2010, por el asesor João Santana para cuidar de la imagen de la entonces ministra Dilma Rousseff, que se presentaría y ganaría la presidencia. Mientras Kamura va al Palacio do Planalto una vez al mes, hasta hoy, para arreglar el cabello de la presidenta, la alianza con el diseñador acabó.

No fue por falta de empeño, asegura él. Alexandre voló hasta Brasilia, agarró piezas del guardarropa de ella y las reprodujo, "con pocas modificaciones". "Hice un par de camisas, dos pantalones y otras prendas. Ella ni se las probó".

Kamura define su fama como AD/DD (antes de Dilma y después de Dilma). "Ahora la gente me reconoce por la calle. Fui al interior de Bahia una vez y vinieron a preguntarme si era yo. ¡Es increíble!". Alexandre no se queja de lo que podría haber ganado con la asociación. "Ella no quiso, yo sé que hice un buen trabajo".

El diseñador dice que lidia bien con las críticas. "No me afectan", dice. Y da como ejemplo una crítica de Gloria Kalil, que consideró "infantiles" los diseños de junio de 2004, inspiradas en las matrioskas, las muñecas rusas. "Ha sido la colección que más ha vendido hasta ahora".

Si hubiese mirado hacia el otro lado del salón de Celso Kamura, habría visto a la propia Gloria Kalil, esperando que la peinasen. "Alexandre es un creador, no solo un diseñador. Es un desestabilizador. Propone lo inesperado. Lo raro."

El diseñador Alexander McQueen, que se suicidó en 2010, a los 40 años, tiene una trayectoria similar. Las semejanzas no acaban en el nombre, en la edad o en el hecho de que los dos hayan adoptado una calavera como símbolo, cree Alexandre. "Estábamos en la facultad en el mismo periodo y a los dos nos llamaban 'enfant terrible'."

Conocido como el diseñador de los clubbers en la década de los 90, ya no es más de la noche. "Ni en aquella época salía mucho. Era una vez por semana, tal vez dos". Hoy, ni eso.

Su diversión consiste en viajar. Para negocios, va a Nueva York al menos dos veces al año, para la semana de moda donde desfila y para visitar el departamento que compró allí. Vuela una vez al año a Tokio, donde tuvo una tienda que cerró en 2011. Pero dice que solo se relaja cuando va a una playa desierta."Es el único momento en el que no trabajo".

Zanone Fraissat - 21.mar.2013/Folhapress
Alexandre Herchcovitch
Alexandre Herchcovitch

Su antiguo compañero de diversión no está más ahí. Él y el DJ Johnny Luxo fueron el Batman y Robin de la moda brasileña. Johnny era modelo en los primeros desfiles del amigo. Cuando Alexandre fue elegido por la ABIT (Asociación Brasileña de la Industria Textil) como el mejor diseñador de 2000, los dos subieron al escenario a recoger el premio.

"No le veo más porque su vida tomó otro rumbo. Alexandre continúa con la tienda, sus 50.000 licencias y el novio", dice Johnny.

Novio no: marido. Así se refiere el diseñador a Fábio Souza, 36, dueño de la tienda À La Garçonne, que reabrió en la calle Oscar Freire, el último 15 de junio.

Los dos están juntos hace siete años. Se convirtieron en pareja de hecho en 2010, ante un notario de la plaza Sé. Tienen cinco perros.

La pareja planea ahora una boda en el sentido estricto del término. Fábio ya hizo una lista. Alexandre negocia para reducirla a una cena.

El diseñador acaba de hacerse un nuevo tatuaje, una versión estilizada de los huesos de la mano derecha. Como si el esqueleto se estuviese pronunciando sobre la piel. ¿Se estará convirtiendo en la calavera que escogió como logo? "No es por la marca."

El cráneo tampoco tiene nada que ver con la escena clásica de "Hamlet", de Shakespeare. Nació en un clube, La Hebraica, de la comunidad judía paulistana. "Tenía unos 15 años, y encontré a [hoy stylist] David Pollak. Me dijo que quería una camiseta de calavera y se la diseñé". Identidad por encargo. "No es un asunto de análisis. Aún la uso como estampa porque vende bien".

Traducido por MARÍA MARTÍN

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