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El mundo del arte intenta explicar el desprecio por las obras de Romero Britto

04/05/2015 - 17h00

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ANNA VIRGINIA BALLOUSSIER
DE SÃO PAULO

Romero Britto, de 51 años, y nacido en Pernambuco, es una persona dulce. "Si fuera una comida, sería un macarrón de frutilla de la Ladurée", dice por teléfono, desde Miami.

Sin embargo, sus críticos son amargos. Comparan su acervo multicolor de cuadros, esculturas y otras mercaderías con el "fast-food" y se niegan a considerarlo un artista.

Romero no pasa un día sin ser juzgado por el Tribunal de las Artes Plásticas. Artistas, dueños de galerías de arte, críticos y subastadores se dividen para llegar a un veredicto: ¿lo que él hace es arte o no?

Incinerar la reputación de Romero es fácil. Para Jones Bergamin, director de Bolsa de Arte, una de las mayores casas de subasta del país, "se transformó en una bola de nieve. Es cada vez más rico y cada vez es más odiado. Si uno entra a la casa de un amigo y tiene un Britto, puede ser rotulado de tener mal gusto".

"La ópera de Mozart era popular, y la 'intelligentsia' de la época torcía la nariz", dice Gonçalo Ivo, considerado uno de los mayores coloristas de Brasil. Para el carioca, que hoy vive en París, el rechazo prueba que "el medio de las artes plásticas es de los peores".

Britto agradece el apoyo y dice que solo quiere crear "imágenes de amor y esperanza".

La idea de que las obras de Romero puedan ser resignificadas en el futuro causa estupor entre algunos.

"Su obra es el 'fast-food' de las artes plásticas. La masa consume con más facilidad gatitos multicolores", dice Pedro Mastrobuono, director del Instituto Volpi.

Por su parte, el artista plástico Gonçalo Ivo pide más sobriedad de parte de una "São Paulo prejuiciosa que piensa que es Nueva York". "Ser del Nordeste le juega en contra a Romero, es un pernambucano radicado en Miami y que gana "ríos de dinero", indica.

"Conquistó el 100% del rechazo de nuestro mercado", dice Jones Bergamin, de Bolsa de Arte.

El subastador James Lisboa, del Escritório de Arte -con Portinari, Adriana Varejão y Beatriz Milhazes en su catálogo- ve "celos por su éxito financiero". Usa a Romero "como referencia para los demás artistas". "No creo que uno tiene que sufrir, no vender, por el contrario, hay que ser rico", indica.

Ese es el campo que Romero domina. "Él debería ser más profesor de marketing que de pintura", dice Lisboa.

Traducido por NATALIA FABENI

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