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Opinión: El mundo de Dilma es pequeño
05/01/2015 - 14h55
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CLÓVIS ROSSI
COLUMNISTA DE FOLHA
El discurso de asunción de Dilma Rousseff dedicó unos escuálidos cuatro párrafos a la política internacional de su gobierno.
Es la confirmación de que la presidenta no tiene el más mínimo interés sobre el tema.
No sería del todo equivocado, si el mundo decidiera parar para esperar que Brasil tome una actitud y vuelva a intentar mostrar su presencia en el confuso planeta en el que nos toca vivir.
Más allá de la indiferencia con relación al asunto, Dilma también se limita a repetir prioridades, lo que sería una positiva demostración de coherencia si no hubieran cambiado las circunstancias, algo que, naturalmente, exigiría el cambiar también de prioridades.
Dilma repitió que Brasil continuará apostando, por ejemplo, al Mercosur y a los BRICS. Eso podría haber sido una buena idea pero, ahora, ambos bloques estorban más de lo que ayudan.
El Mercosur está en un estado catatónico hace ya un buen tiempo, incluso cuando la economía brasileña era más vigorosa.
Ahora, que está patinando, no tiene mucho sentido escudarse en países que están oficialmente en recesión, como Argentina o Venezuela, los dos principales países del bloque, más allá de Brasil.
Para tener sentido, el Mercosur debería trabajar en la coordinación de políticas macroeconómicas, una tesis que el entonces ministro Luiz Fernando Furlan defendió vigorosa e inútilmente en los tiempos de Lula da Silva.
Con las políticas cambiarias y la inflación de los dos vecinos, mostrarse al lado de ellos no es exactamente del agrado de los inversores -y fue para agradarlos que Dilma eligió como ministro de Hacienda a Joaquim Levy, para hacer ajustes en la economía-.
Pasemos a los BRICS. Nunca fue, de hecho, un grupo que coordinara sus políticas, a no ser para acciones puramente corporativas, como crear un banco de desarrollo.
Un proyecto que va lento: recién el 29 de diciembre el proyecto fue enviado al Congreso brasileño, pese a que el acuerdo había sido alcanzado en
julio.
Cuando el grupo fue creado, los BRICS eran estrellas emergentes y, siendo así, era conveniente escudarse en los socios.
Hoy, el brillo está opacado: Rusia está metida en una crisis de la cual sus dirigentes admiten que van a salir de acá a dos años.
Además de eso, jugar con Rusia (y con China) contradice totalmente la afirmación del discurso de asunción acerca de que la "inserción soberana [de Brasil] en la política internacional continuará siendo marcada por la defensa de la democracia".
En lo que a democracia respecta, lo mejor que puede hacer Brasil es ser consecuente con lo que Dilma arregló con el vicepresidente norteamericano, Joe Biden: "Trabajar de igual a igual para desarrollar una robusta y ambiciosa agenda para renovar la cooperación bilateral, regional y global".
O, dicho de otra forma, la diplomacia brasileña no puede continuar sin definirse respecto de las grandes cuestiones internacionales.
Necesita elegir un lado -y el único lado en que la democracia es defendida es en Occidente, más allá de que muchas veces trastabille-.
No hay socios perfectos, pero algunos son más imperfectos que otros.
Traducido por NATALIA FABENI
Alan Marques/Folhapress | ||
Dilma Rousseff (L) y Joe Biden posan para la foto en Brasilia, el día de la asunción de la presidenta de Brasil |