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Publicado en 11/04/2016

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Los carceleros

25/11/2013 - 16h13

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SUZANA SINGER
ombudsman@uol.com.br

La prisión de los condenados por el escándalo del mensalão abrió una nueva disputa por los corazones y las mentes de la opinión pública.

En un extremo están aquellos que aplauden, incondicionalmente, el encarcelamiento de los petistas; en el otro, están los que intentan transformar a los presos en víctimas.

La orden de prisión, expedida en pleno feriado, y la fuga de Henrique Pizzolato, ex director del Banco do Brasil, tomaron a la prensa de sorpresa. Demoró un poco hasta que los cuestionamientos tomaron estado público.

¿Era necesario llevar a los presos hasta Brasilia, si muchos van a cumplir sus penas en los estados en los que viven? ¿Está bien dejar, por algún tiempo, en régimen cerrado a quien fue condenado a semiabierto? ¿El estado de salud de José Genoino permite que permanezca en la cárcel?

Parecen preguntas objetivas, fáciles de responder, pero los noticieros de la última semana mostraron que no lo son.

Leyendo Folha no se puede llegar a una conclusión, por ejemplo, si es un error que José Dirceu y Delúbio Soares no estén todavía autorizados a dejar la prisión durante el día. Ni si hubo algún "prisa" en los encarcelamientos, como dijo el ministro del Supremo Tribunal Federal (STF) Marco Aurélio Mello.

La jerga judicial, que fue una pesadilla durante las largas sesiones del juicio, volvió a incomodar. De pronto, el noticiero fue tomado por discusiones sobre "documentación procesal", el papel de la "ejecución penal" y los procedimientos adoptados por la Policía Federal.

Era todo una novedad para el lego y fue mal explicado por Folha. El diario no consiguió siquiera dar una idea acerca de lo que es cumplir una pena en un régimen semiabierto.

Ya todo el mundo entendió que no significa pasar el día en libertad y volver para dormir en la prisión, ¿pero el preso puede ir a donde quiere? El fin de semana, ¿lo pasa encerrado? ¿Salir es un derecho de quien fue condenado al régimen semiabierto o depende de la autorización de un juez?

Con la ayuda de especialistas, el diario podría haber esclarecido esas dudas y haber dejado en claro los puntos en los que no hay consenso ni siquiera entre los juristas.

La cuestión todavía más delicada, que tiene que ver con la salud de José Genoino, también quedó envuelta en una nebulosa de confusión, aunque el diario se haya esforzado por esclarecer lo que eran hechos y lo que eran versiones surgidas de la maraña de información.

Fue publicado que el diputado se sintió mal en la segunda noche que pasó confinado, algo que fue negado por el gobierno al día siguiente.

El diario destacó que, al presentarse ante la policía, el petista prescindió del examen físico, pero su abogado explicó después que el examen fue hecho por orden de la Policía Federal. El viernes fue publicado que Genoino habría sufrido un "principio de infarto", término que no existe en la literatura médica.

El alboroto en torno de la situación del diputado llevó al columnista Marcelo Coelho a publicar un texto esclarecedor en donde retomaba las razones de su condena por el STF (¿Cuál es la culpa de Genoino?, 22 de noviembre).

El artículo enumera todo aquello que el ex presidente del PT tenía en su contra, en una tentativa de rechazar la idea de que él fue víctima de una tremenda injusticia.

El análisis, que provocó la ira de petistas y de enemigos del PT (porque el autor subraya que Genoino no se enriqueció), es un ejemplo inteligente de didáctica, tema tan valioso para el proyecto editorial de Folha y tan necesario en un debate polarizado como el del mensalão.

No tiene sentido gastar tinta con quien reconoce que Genoino, Dirceu y Delúbio son mártires políticos, víctimas de un juicio político incentivado por una prensa golpista. Ni en quien aboga que el escándalo de ex dirigentes petistas encabeza el peor affaire de corrupción en la historia del país.

Cabe al diario reconstruir, con hechos, las falacias argumentativas de ambos lados, con foco en el lector que no entra en esa discusión y que intenta entender aquello que es justo y aquello que es un exceso en estos capítulos finales de la novela en la que los villanos/héroes terminan en la cárcel.

Traducido por NATALIA FABENI

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