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Brasil y el Acuerdo de París
26/08/2016 - 13h02
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MARCELO LEITE
DE SÃO PAULO
Seguir el debate sobre el cambio climático y energía implica vivir en ansiedad. Hay un abismo entre lo que se debería hacer -descarbonizar la economía- y lo que efectivamente hacen los gobiernos, y se disponen a hacer, con el fin de librarse de la dependencia de los combustibles fósiles, como el petróleo.
La necesidad está definida por el Acuerdo de París, adoptado por 195 países en diciembre de 2015.
El tratado dice que es imprescindible contener el calentamiento global por debajo de los 2°C para evitar un desajuste climático en el planeta.
Divulgação | ||
El Acuerdo de París señala la necesidad de evitar que el calentamiento global supere los 2° C. |
Alcanzar ese objetivo implica eliminar las emisiones de gases que producen el efecto invernadero hacia el año 2050.
En pocos países la desarticulación entre el objetivo y la trayectoria de las políticas es tan patente como en Brasil. Al mismo tiempo en que se comprometía en las negociaciones de París y adoptaba metas razonables para reducir las emisiones, Brasília siempre consideró al presal (reserva submarina de petróleo) como una llave maestra de su estrategia de desarrollo.
Ese capítulo sombrío de la historia brasileña oscureció uno de los avances más promisorios en el rumbo de la descarbonización: el crecimiento de fuentes de energía alternativa como la eólica (vientos) y la biomasa (fibras de caña) en la matriz eléctrica brasileña.
Sólo esas dos, sin subsidios, habrán de terminar el año con una participación del 13%. Los avances tecnológicos y aumentos de escala ya las hicieron competitivas y lo mismo podrá ocurrir en breve con la electricidad de fuente fotovoltaica (paneles solares).
Puede parecer utópico llegar a 1 millón de tejados con placas solares en 2020, electrificar el sector de transporte o archivar los planes de explotación submarina de petróleo y nuevas usinas hidroeléctricas en la Amazonia, como propone Greenpeace en su informe "[R]evolução Energética".
Por otra parte, basarse sólo en proyecciones realistas (o conservadoras) nunca servirá para acercar Brasil a lo que le cabe realizar por las metas de París. Al contrario. Muchos especialistas dicen que la descarbonización es factible, desde el punto de vista físico y tecnológico.
Cabe a todos, de aquí en más, demostrar que también es viable social y económicamente.
Traducido por CARLOS TURDERA
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