La Chapada de los Veadeiros atrae a turistas en busca de viajes de autoconocimiento

10/01/2014 - 12h11

Con ese cielo salpicado de estrellas, pájaros que cantan y personas simpáticas y emanando alegría, la invitación para sumergirse en el útero de la "Madre Tierra" parecía perfecto para el clima de la meseta.

La promesa llegaba por parte de los organizadores de una sauna chamánico, descripto como "uno de los rituales de cura más poderosos" que trabaja "todos los niveles del ser
humano".

Bajo el efecto del atraso del avión, de las filas en el aeropuerto y los baches en la ruta de Brasilia hasta Alto Paraíso (GO), la capital de la "chapada" (meseta), era difícil resistirse a la "reintegración en el ecosistema" y no donar "sangre [sudor] a la naturaleza".

Nada más propicio para promover tal "sacrificio" que un viaje a la chapada de los Veadeiros. Los místicos llegan a la región porque creen que el lugar es sagrado, ven allí un corazón magnético que pulsa energía, de la buena.

Será tal vez por su localización, en el paralelo 14, el mismo que corta a Machu Picchu, la legendaria ciudad inca de los peruanos. Otra teoría es que el lugar reposa sobre una de las mayores placas de cristal de cuarzo de la Tierra.

El vapor de la sauna se transforma en "respiración del Gran Espíritu", en la descripción del chamán, que explica que la ceremonia tiene el poder de "promover la conexión entre todos los seres": personas, animales, plantas, hasta gnomos. Allí fui, en busca de la prometida experiencia.

Inspirada en los ritos de los indios norteamericanos, la sesión dura cerca de 40 minutos. Los participantes entran y salen siete veces de la sauna, que está iluminada por velas. En cada entrada uno se da baños calientes de hierbas, y la iluminación es reducida.

Si se siente un poco de pereza, lo ideal es ahuyentar ese pecado capital para no "romper el gran lazo con la madre naturaleza".

Además de purificar el cuerpo, el baño de vapor también estimula los sentidos, según pregonan seguidores y discípulos. Sangré, o mejor, sudé bastante.

Salí renovado, con una sensación de alivio, incluso sin haberme conectado con nadie. Miento: en el camino de regreso a la posada, un guía me ofreció sus servicios.

Él me ayudó a conocer no solo el "útero" como los otros "órganos" de la "Madre Tierra": nacientes, ríos, riachos, cascadas, selva.

Con él, recorrí kilómetros de caminos para alcanzar vistas panorámicas desde lo alto de cañones. Entre un camino y el otro, sudé mucho más que en la sauna chamánica.

En aquel refugio sagrado escuché sonidos y cantos que purificaron mi alma. Avisté especies raras que llenaron de color mi visión. En dos días, mis chacras estaban todos alineadísimos.

Siempre existe ese halo de misterio en la chapada. Misticismo o esoterismo, poco importan los "ismos". Deje que su lado hippie aflore y sumérjase. Ni que sea en las piscinas naturales que rodean el corazón del cerrado brasileño.

Traducido por NATALIA FABENI

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	Daniel Farah - 20.ago.03/Folhapress
	Chapada de los Veadeiros: los místicos llegan a la región porque creen que el lugar es sagrado