São Paulo, domingo, 15 de janeiro de 1995 |
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Poema
LEZAMA LIMA
para que el hombre detenga súbitos sus paseos. Em mismo mío, allí, convertido en inerte espesura, sin embargo, sus ojos tienem también las mismas limitaciones a las órdenes proféticas y a las observables. Y entre esa observancia y el soplo, el frío, el sufrimiento. Tener que ir a buscarlo que nuestra sangre reclama, que huye, que se desvanece, que tiene también su sangre lanzada a un curso remoto que navega fuera de nuestras miradas y que vuelve para desgarrar. Pero nosotros nos lanzamos sobre un curso remoto. Su lejanía está allí, sin tocarla, como una barca entre la maleza y nosotros, que no logramos presumirla, pero allí nuestras incitaciones vergonzosas, los chillidos que se mueven entre el viento ligero que le pinta las frentes. Lanzados sobre lo que a su vez ha escogido un ciervo para su desliz y las puntas sentimos en la lejanía de nuestro proprio cuerpo los imanes de /un curso remoto. Solo el mercader acarícia sus telas y recibe lo esperado. (De: "La fijeza") Texto Anterior: Poema Próximo Texto: Flauta-fêmur, maraca não untada Índice |
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