Opinión: Brasil, ¿una superpotencia energética?

17/04/2015 - 16h07

En el auge de la "brasilmania", hace apenas cinco años, el país era visto como candidato a la superpotencia energética. Entusiasmo comprensible. Los tesoros del presal preanunciaban que Brasil iría a extraer seis millones de barriles por día en 2022. Saltaríamos de 13º para la cuarta posición entre los mayores productores mundiales de petróleo.

Ricas reservas de agua impulsan la hidroelectricidad. Pionero en la energía alternativa, particularmente el biocombustible, el país cuenta con motores flex en ocho de cada diez automóviles. Inmenso patrimonio eólico y fotovoltaico.

Hoy, el desempeño energético brasileño decepciona. Como en tantas puntas de la vida nacional, el problema no es el potencial, sino la gestión y la estrategia.

En la última década, el país contó con todas las condiciones para robustecer su infraestructura energética. El viento de expansión de la demanda global por commodities soplaba a favor. También en la energía, Brasil no aprovechó "buenos tiempos para implementar buenas políticas'.

Los criterios estacionales siempre afectan a todos. Debe haber, de todas maneras, una clara división entre meteorología, administración política y seguridad energética.

En el ámbito de los Brics, coyuntura y estrategia en torno de la energía se entrelazan de forma desafiadora.

Rusia aún es el mayor productor de petróleo y gas.

Los chinos trabajan cada vez más por modalidades múltiples de energía para su gigantesco parque industrial. "Clonaron" experiencias brasileñas en la construcción de hidroeléctricas. Son actualmente los mayores importadores de petróleo de Oriente Medio. Y también los más grandes inversores mundiales en energía del viento y del sol.

La India se beneficia inmensamente con el petróleo barato, una de las razones por las que ese país seduce a los mercados internacionales.

Todos esos ejemplos contaron con políticas especiales de suministro y utilización de insumos energéticos. Todos tuvieron en la industria la espina dorsal de su arremetida económica. Da para concluir que la política energética aplicada a la armonización de la capacidad internacional de competir es la hermana gemela de la industrialización.

En la energía, errores en el planeamiento y en la ejecución impiden que nuestro superpotencial nos convierta en una superpotencia.

Traducido por ESTEBAN NIETO

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