Un ingeniero de 65 años se pierde en la selva amazónica y sobrevive comiendo abejas

22/08/2014 - 12h55

La voz débil y las heridas en los brazos y en las piernas son las señales visibles de la pesadilla vivida por el ingeniero civil Gileno Vieira da Rocha, de 65 años.

A lo largo de 12 días, vagó perdido por la selva amazónica y tuvo que comer abejas para sobrevivir.

Gileno fue encontrado casi inconsciente a la vera de un río, en el interior del Amazonas, el martes (19). Dos días antes, cuenta, ya había perdido las esperanzas.

"A partir del décimo día apenas me movía, pensaba en mi mujer, en mis hijos y nietos, pero ya no esperaba ser rescatado", contó el ingeniero, que se recupera del trauma en su casa, en Manaos.

La agonía de Gileno comenzó el jueves 7 de agosto, en un pueblo de la zona rural del municipio de Apuí (Amazonas), ubicado a 453 kilómetros de Manaos.

El ingeniero estaba hospedado en la Vila do Sucunduri, cerca de la ruta Transamazónica, en donde trabajaba para una obra de un gimnasio deportivo.

Gileno cuenta que, después de un entredicho con la familia del lugar, se sintió amenazado y huyó. Hizo dedo por la Transamazónica hasta que salió del camino de la ruta, por miedo a que lo hubieran seguido. Fue allí cuando entró en la selva y se perdió.

ABEJAS Y AGUA

Con la ropa que tenía puesta, sin equipamiento de supervivencia ni condiciones para prender un fuego, el ingeniero perdió sus zapatos nadando en un río y comía lo que podía, como palmito.

"Mi miedo era que me ataquen animales grandes, cobras, allá hay mucho de eso", dijo.

Después de cuatro días en la selva, quedó debilitado y a punto de no tener fuerzas para morder.

"Sólo conseguía comer abejas y tomar agua, y fue así desde el quinto hasta el último día: abejas y agua", recordó el ingeniero.

En la selva no tenía abrigo y sufría con el sol fuerte durante el día.

Nacido en Manicoré, a 332 kilómetros de Manaos, Gileno dijo que usó el instinto para sobrevivir. Siguió el curso de un pequeño río hasta llegar a su desembocadura.

Exhausto, durmió en el piso. Cuando se levantó vio a una persona que vivía cerca del río y le pidió ayuda.

"En la penúltima noche, no podía levantarme más. Entonces vino un pajarito y comenzó a cantar y cantar, y sólo dejó de hacerlo cuando me levanté y caminé hasta el río", dijo.

Fue rescatado por bomberos y policías militares, estaba deshidratado y tenía varias heridas. Estaba desorientado y exhausto, pero no corría riesgo de muerte.

Recibió la primera atención en el pueblo y después en Apuí; luego voló hacia Manaos.

De acuerdo con la policía, el ingeniero caminó cerca de 30 kilómetros, aunque sin rumbo; caminó prácticamente en círculos y fue ubicado cerca del lugar donde desapareció.

"Me encantaba trabajar en la selva, pero voy a rever esto", dijo Rocha, padre de cinco hijos y abuelo de seis nietos. "Me voy a sentar con mi familia y darle un nuevo rumbo a mi vida", reflexionó.

Traducido por NATALIA FABENI

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