Eran aproximadamente las 2h30 de la mañana cuando João escuchó los gritos de auxilio de su vecino. Cuando entró en la casa, vio a Adelia, de unos setenta años, en la cama, incapaz de respirar. Pensando que era un ataque al corazón, intentó sin éxito hacerle un masaje cardíaco.
La ambulancia con una enfermera tardó unos 40 minutos en llegar al lugar, en la parte superior de la favela Rocinha, en Río de Janeiro. Cuando llegó, Adélia ya estaba muerta. Pasaron otras dos horas esperando que otra ambulancia subiera con un médico para certificar la defunción.
Adélia - los nombres fueron cambiados a pedido - había estado tosiendo y con dificultades para respirar toda la semana, y vivía con su hija y su nieto que también presentaban síntomas de la Covid-19. La familia, sin embargo, nunca quiso someterse al examen. Llegó a ir a un puesto de salud, donde el médico solo pasó algunas pruebas y le recomendó que se quedara en casa.
De esta forma, Adélia entró en la triste estadística de personas que murieron fuera de las unidades de salud durante la pandemia.
Este número se ha disparado en los últimos tres meses en las ciudades de São Paulo, Río, Manaos y Fortaleza, según revela una extensa encuesta realizada por el epidemiólogo Jesem Orellana, de la Fiocruz Amazonia, a pedido de Folha. El especialista descubrió que las muertes por causas naturales en hogares o vías públicas entre el 15 de marzo y el 13 de junio aumentaron de 6,378 el año pasado a 9,773 este año en las cuatro capitales.
Esto corresponde a un crecimiento del 53%, incluso mayor que el aumento de todas las muertes por causas naturales en el mismo período, que representan el 44%. Los datos han sido obtenidos del Centro de Información del Registro Civil (CRC Nacional).
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA