Brasil llega al medio millón de muertos por covid-19 este sábado (19), según los registros oficiales de los departamentos de salud de los estados, recopilados por el consorcio de medios de comunicación brasileños. No obstante, el número real, puede ser aún más alto, ya que no todos los infectados se someten a la prueba para detectar la presencia del coronavirus.
De esta forma, Brasil se convierte en el segundo país que superar esta cifra. Antes que el país sudamericano, Estados Unidos superó este número y, el 15 de junio, sobrepasó las 600 mil muertes. La diferencia es que, allí, más de 148 millones de estadounidenses (45% de la población) están inmunizados; por aquí tan solo unos 24 millones de brasileños (11% de la población).
Con la vacunación lenta, el virus se propaga a todas las regiones del territorio nacional. Durante la última semana, se produjo una media de alrededor de 2.000 fallecimientos al día causados por el coronavirus Sars-CoV-2. La media diaria de nuevos contagios ronda los 70 mil, lo que hace que el momento actual sea uno de los peores de la pandemia.
Desde el primer registro de la enfermedad en el país, en febrero de 2020, más de 17,8 millones de personas han sido infectadas por el Sars-CoV-2 en Brasil, una cifra que probablemente también esté subestimada.
Los datos comparativos muestran que las autoridades brasileñas se equivocaron en la gestión de la pandemia. Al considerar la tasa de mortalidad por cada 100 mil habitantes, por ejemplo, Brasil es el noveno país con más óbitos: 235 muertos / 100 mil habitantes. Solo los países con poblaciones mucho más pequeñas están por delante.
Entre las economías más grandes del mundo, Brasil es el país que acumula más muertes por cada 100.000 habitantes.
Pese a toda las evidencias científicas disponibles, el presidente Jair Bolsonaro (no partido) se mantiene negacionista. Menospreció el peligro que representa la dolencia cuando la calificó de gripe, sembró dudas sobre las vacunas que han demostrado la reducción del riesgo de muerte y no sigue las medidas de protección contra el virus, como el uso de mascarillas y el distanciamiento social.
En sus discursos, las inexactitudes y expresiones propias de un movimiento político que se opone a la ciencia han servido para difundir argumentos infundados sobre los inmunizadores y el uso de mascarillas, que para él, son un símbolo contra la libertad individual.
Sus creencias se vieron reflejadas en las acciones del Gobierno Federal, más comprometido con la defensa y distribución de medicamentos como la hidroxicloroquina, que se han demostrado ineficaces contra la covid, que con la compra de vacunas.
Incluso después de más de un año de estudios científicos sobre la hidroxicloroquina y otros medicamentos del llamado "kit covid" que no han aportado beneficios a los pacientes, el presidente sigue promocionando estos fármacos como tratamiento para la enfermedad.
El resultado: aproximadamente una cuarta parte de la población brasileña usó algún medicamento para tratar o prevenir la covid-19, según una encuesta de Datafolha; entre los que votaron a Bolsonaro en las elecciones de 2022, el índice es del 37%. Pero el tratamiento aún no existe, y el número de muertos lo confirma.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA