Unidades de conservación, que ayudan a frenar la deforestación, protegen menos del 10% del cerrado brasileño

En Jalapão, un 'mosaico' de nueve áreas impide el avance de las haciendas sobre la vegetación nativa

MATEIROS (TO) Y SÃO FÉLIX DO TOCANTINS (TO)

Por la BA-247, la frontera de Bahía con Tocantins es verde y amarilla: son kilómetros de fincas de soja, maíz y algodón, tiñendo el horizonte por horas, en un paisaje prácticamente inerte. De vez en cuando, el silencio es interrumpido por el motor de pequeños aviones que sobrevuelan los cultivos rociando veneno y esparciendo un olor ácido, parecido al cloro. Llevados por el viento, los agrotóxicos hacen arder los ojos y rascar la garganta incluso de quienes están dentro del coche, solo de paso.

MATEIROS, TO. 17/03/2024. ESPECIAL CERRADO. Área recién deforestada de cerrado en la frontera con la Estación Ecológica Serra Geral do Tocantins, en la región de Jalapão. ( Foto: Lalo de Almeida/Folhapress )

En la carretera, a veces asfaltada, a veces de tierra, es difícil encontrar una cafetería, una gasolinera o señalización de tráfico, aunque no faltan carteles con nombres de diferentes propiedades rurales. El equipo de reportaje de Folha, de hecho, tuvo que pedir indicaciones a un camionero, pero él no sabía decir hacia dónde quedaba el municipio de Mateiros (TO). "Aquí solo sé el camino a las haciendas", respondió.

Mateiros (a unos 305 km de la capital, Palmas) es la puerta de entrada a Jalapão, región que atrae a turistas por sus chapadas, dunas y aguas cristalinas, en la parte este de Tocantins. Al llegar, el contraste de la monotonía del mar de soja con la biodiversidad del cerrado es impactante.

En una de las primeras veredas, donde la vegetación densa rodea los manantiales, fue posible avistar en el borde de la carretera un lobo-guará, que rápidamente se escondió en el bosque al percibir el coche acercándose. Lejos de las plantaciones, el calor se vuelve un poco más suave, el aire pasa a tener olor a tierra y la banda sonora corre a cargo de los guacamayos. Allí, áreas protegidas por ley detienen el avance del "correntão" (método de deforestación en el que una cadena gruesa se sujeta a dos tractores que se desplazan en línea recta, arrancando los árboles de raíz) sobre el cerrado. Es el llamado Mosaico del Jalapão, un conjunto de nueve unidades de conservación, con casi 30 mil km², que se extienden por municipios de Tocantins, Bahía, Piauí y Maranhão.

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