El estilo de Contardo Calligaris, fallecido el martes (30), a los 72 años, víctima de un cáncer, era muy particular. Gestos cautivadores, mirada seductora, pinceladas irónicas y un acento que mezclaba italiano, inglés y portugués fueron algunas de las señas de identidad de su presencia tanto en un debate profesional como en una distendida charla con amigos.
La muerte de Calligaris fue confirmada por su hijo, el cineasta Maximilien Calligaris, a través de una red social. Según Maximilien, ante la proximidad de la muerte, su padre dijo que esperaba "estar a la altura". El psicoanalista, escritor y dramaturgo vivió en Brasil las últimas dos décadas como buen observador de la cultura y comportamiento del país.
Con el tiempo, fue reduciendo la rigidez de sus planteamientos iniciales. Los temas ya no eran tan académicos y a veces ni siquiera relacionados con su práctica. Y es que Calligaris comenzó a sentirse más a gusto, quizás más brasileño, a la hora de lidiar con los acontecimientos de su vida cotidiana en São Paulo. Se convirtió en un cronista de la ciudad, con una mirada ácida y divertida, con la habilidad de transformar eventos prosaicos en obras sobre el comportamiento humano.
Traducido por AZAHARA MARTÍN ORTEGA