Descrição de chapéu
O que a Folha pensa

Él

Pelé fue la persona adecuada en el momento adecuado; Su nombre se confundía con el del país

Pelé, en 1961, antes de un amistoso del Santos en París - AFP

Sería difícil para cualquier ser humano medir con precisión lo que significaba ser Pelé. Un nombre y un rostro reconocidos inmediatamente durante seis décadas en cualquier parte del mundo, algo prácticamente imposible para otras personas, incluidos monarcas, líderes políticos y religiosos, artistas y otros deportistas.

Sobreexpuesto mucho antes de la era de la sobreexposición, Edson Arantes do Nascimento, un minero de Três Corações que murió este jueves (29) a la edad de 82 años, prácticamente se transmutó en una entidad separada, como le gustaba decir, en tono jocoso.

La importancia de esta entidad fue mucho más allá de las cuatro líneas del campo de fútbol.

Desde el punto de vista de un país con una influencia muy limitada a nivel internacional, es necesario destacar: Pelé fue el brasileño que alcanzó la mayor notoriedad e importancia mundial en cualquier época. Su nombre fue confundido con el de Brasil, a veces potenciando su reconocimiento, cuando no superándolo.

Para el fútbol, una creación humana de alcance único, Pelé fue la persona adecuada en el momento adecuado. Su período de mayor fama coincidió con un momento de expansión acelerada del deporte más allá de las fronteras, impulsada por la evolución tecnológica de las transmisiones televisivas y por la operación de la FIFA, la entidad que controla el deporte.

Afable, ambicioso, inteligente, ciudadano del mundo, desempeñó con gusto el papel de estrella. Y allanó el camino al fútbol en el entonces mercado de consumo más importante del planeta, el norteamericano.

Se convirtió en un rostro frecuente en muchos medios de comunicación: en transmisiones deportivas, periodismo, publicidad, cine, música, historietas, artes visuales.

Incursionó en el campo de la política y ocupó el cargo de Ministro Extraordinario de Deportes de 1995 a 1998, en el primer mandato del presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB). De aquella época data la llamada Ley Pelé que, entre otras cosas, actualizó la relación laboral entre clubes y jugadores en Brasil, poniendo fin al instrumento conocido como pase.

En política futbolística, Pelé jugó el partido que le interesaba, recibiendo merecidas críticas por ello. Se alió con otro brasileño, João Havelange, que estaba empeñado en un proyecto de poder dentro del fútbol mundial que duró 24 años y lo puso al servicio de una extensa y documentada corrupción. A cambio, el mítico jugador recibió ayuda en la propagación de su imagen por el mundo.

Pelé hizo negocios. Estuvo involucrado en un turbio episodio con Unicef, que resultó en el desvío de una cantidad de US $700.000 a una cuenta privada, dinero que prometió devolver aunque luego se echó para atrás. Trató de lanzar una liga de fútbol independiente en Brasil, que fracasó como tantos otros intentos. Y negoció los derechos de televisión con magnates.

Asimismo, fue criticado por desempeñar un pequeño papel contra el racismo. Aunque legítima, la elección no estuvo exenta de arrepentimientos, sobre todo siendo oriundo del país que recibió la mayor población de esclavos negros de América.

Otro flanco frecuente de interrogantes vino de las elecciones en su vida personal, en las que Edson experimentó amores públicos y dramas conocidos con hijos.

Nada de lo anterior borra un hecho: en términos deportivos, Pelé nunca fue un invento de marketing. Sus logros hablan por sí solos. El único jugador que ha ganado tres Mundiales y el campeón más joven, con apenas 17 años en 1958.

Autor de 1.283 goles en 1.365 partidos —y otros no goles que solo él pudo convertir en tantos históricos—. Ejecutor de lo fundamental y de la perfección. Creador de jugadas. El deporte simplemente nunca más fue el mismo después de él.

Las frases sobre Pelé son innumerables, célebres, elocuentes. Tres de ellas, de personalidades de diferentes países y profesiones, ayudan a definir a una persona tan singular.

El encargado de marcarlo en la final de 1970, el italiano Tarcisio Burgnich, diría tras el partido: "Pensaba que era de carne y hueso como yo. Me equivoqué". Por su parte, el poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade aseguró: "Lo difícil, lo extraordinario no es marcar mil goles como Pelé. Es marcar un gol como Pelé".

En una de sus muchas visitas a la Casa Blanca, el tres veces campeón mundial de fútbol escuchó de boca del presidente: "Mi nombre es Ronald Reagan, soy el presidente de Estados Unidos de América. Pero tú no hace falta que te presentes, porque todo el mundo sabe quién es Pelé".

La frase de Reagan deriva de un relato del propio Pelé. Cualquiera que lo encuentre exagerado apenas tiene que ver el video en el que los dos salen hacia el jardín de la Casa Blanca y ante una audiencia de niños, el estadounidense reformula el chiste. Tampoco tendría importancia si fuera una invención.

Las leyendas sobre el brasileño son tantas y de tal magnitud que se mezclan con una realidad igualmente increíble, así que da lo mismo. Después de todo, es indiscutible que todos saben quién fue Pelé.

editoriais@grupofolha.com.br

Traducido por Azahara Martín Ortega